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Son las 9.15 de la mañana y suena el timbre en el colegio Juan de Dios Aldea, en La Pintana. Los niños de quinto a octavo básico salen a recreo. El año pasado, hacerlo era toda una aventura: solía haber peleas, porque a veces los partidos de fútbol terminaban mal o porque algunos niños aprovechaban esos momentos para intimidar a otros.

Según estudios, los recreos son caldo de cultivo para el bullying, debido a la falta de supervisión de un adulto y de actividades guiadas. Según el último Estudio Nacional de Violencia Escolar del Gobierno, el 67% de los alumnos consideraba los lugares de deportes y recreación como los espacios donde más se llevaban a cabo las agresiones.

Pero es algo que no sabían las autoridades cuando, julio de 2009, dieron inicio, en el establecimiento, al programa Recreo Dirigido, que buscaba fomentar la vida sana entre los estudiantes. Se instalaron en los patios mesas de ping-pón y taca-taca y se delimitó el terreno para que los alumnos practicaran fútbol, vóleibol, ajedrez o básquetbol, los que eran dirigidos por miembros de la comunidad local que hacían de monitores.

«Antes, el nivel de violencia era increíble. Se notó mucho el impacto, a pesar de que los recursos son pocos. Desde entonces, la violencia ha bajado a la mitad», dice Pedro Esparza, director del establecimiento.

Desde marzo el programa se amplió a otros dos liceos de la comuna: el Capitán Avalos y el Centro Educacional La Pintana. Los colegios, que reúnen a dos mil niños con un nivel de vulnerabilidad de 80%, bajaron los índices de violencia, como anotaciones negativas y peleas, en 60%. En el Centro Educacional La Pintana, por ejemplo, en 2009 registraban 50 accidentes a la fecha, ahora sólo tienen 10.

«Los niños están encantados. No necesitamos convencerlos para que vengan a la escuela, porque tienen espacios más amigables. Como consecuencia, tenemos alumnos más contentos», dice Juan Lecaros, director del colegio.

Nuestro colegio

Mientras en el Capitán Ávalos hay un profesor de Educación Física encargado del tema y se dio a los alumnos la alternativa de poder seleccionar las disciplinas que más les gustaban; en el Centro Educacional La Pintana tienen a dos monitores y en un calendario público están establecidos los turnos de cada curso para ocupar los implementos.

Son justamente estas acciones las que generan un cambio en la conducta de los escolares: por un lado, sienten que tienen espacios para ellos; y, por el otro, toman conciencia de que sólo a través de sus actos lograrán cambios.

«Va más allá de mantener al niño ocupado para que no pelee, sino que se trata de habitar un espacio en común que todos ayudan a construir. Si los estudiantes se apropian del espacio, entonces ya no es sólo el colegio, sino que es su colegio», dice Jorge Varela, sicólogo de Paz Ciudadana y de Ceein de la U. del Desarrollo.

Para Mónica Llaña, directora del Departamento de Educación de la U. de Chile, la iniciativa abre, además, una instancia para generar más relaciones humanas en un mundo cada vez más tecnologizado.

Desde el segundo semestre, en otras 13 escuelas se instalarán plazas activas, esto es, equipamiento deportivo, como barras y bancas para abdominales, para estimular a los alumnos a mantenerse ocupados durante los recreos.

Los recreos entretenidos de Estados Unidos

En Estados Unidos, los recreos dirigidos existen hace, al menos, tres años. En una escuela básica de Broadway, en Newark, por ejemplo, los recreos son supervisados por un entrenador, quien, además de fomentar el juego entre los menores, cuida de que no peleen. El objetivo central es frenar la intimidación y los problemas de comportamiento, junto con potenciar las habilidades sociales y mejorar la salud de los menores. En California, incluso, una organización llamada Playworks suministra docentes para que asistan a los niños en los recreos.


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