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Gracias a la traslación tenemos diferentes estaciones del año. Al mismo tiempo que gira sobre sí misma, la Tierra describe una órbita alrededor del Sol, que mide alrededor de 930 millones de km y que es recorrida a una velocidad de 29,79 km por segundo, durante 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,8 segundos.
Como un año dura solo 365 días, la fracción de horas, minutos y segundos se suma, agregándole un día cada cuatro años al mes de febrero. Ocasión en la que ese mes tiene 29 en vez de 28 días. Los años a los que se les agrega este día, reciben el nombre de año bisiesto.

La órbita de la Tierra, al igual que la del resto de los planetas en torno al Sol, no es una circunferencia perfecta sino ligeramente elíptica (ovalada). Por esto, la distancia que separa a nuestro planeta del Sol varía a lo largo del año. Cuando la Tierra está en su distancia más cercana al Sol durante el mes de enero, 147,5 millones de km, se denomina perihelio, y cuando se da su mayor lejanía en julio, 152,5 millones de km, se llama afelio.

La traslación, sumada a la inclinación del eje terrestre, hace que la Tierra ocupe distintas posiciones respecto al Sol durante el año que demora en completar su órbita. Esto origina la sucesión de las distintas estaciones (verano, otoño, invierno y primavera).

Debido a la inclinación de la Tierra, siempre hay una mitad que está más cerca del Sol. Esto provoca diferencias en las temperaturas y en la duración del día y la noche durante el año. Cada variación brusca de estos factores marca el inicio de una de las cuatro estaciones.

Cuando es el polo norte el que se inclina hacia el Sol (de marzo a septiembre), los rayos solares llegan con intensidad al Hemisferio Norte, lo que determina la sucesión de la primavera y el verano, mientras en el Hemisferio Sur están en otoño y en invierno, el polo sur está en oscuridad. La situación se invierte cuando es el Hemisferio Sur el que se inclina hacia el Sol, de septiembre a marzo.

En el verano los días (horas de Sol) son prolongados, por el contrario, en el invierno, son mucho más cortos, ya que el Sol sale tarde y se pone temprano. Esto debido a su desigual insolación, es decir, la intensidad de los rayos solares es la máxima en verano y la mínima en invierno.

La llegada de las estaciones está determinada por los solsticios y los equinoccios. En los solsticios, los rayos solares llegan a los límites máximos que pueden alcanzar cayendo verticalmente al norte y sur el Ecuador (sobre los trópicos). El 21 de junio, cuando los rayos caen directamente sobre el trópico de Cáncer, se produce el Solsticio de invierno en el Hemisferio Sur con el día más corto y la noche más larga del año; al mismo tiempo, en el Hemisferio Norte comienza el verano, con el día más largo y la noche más corta del año. El Solsticio inverso se produce el 21 de diciembre, cuando los rayos caen directamente sobre el trópico de Capricornio, dan inicio al verano en el Hemisferio Sur y el invierno en el Hemisferio Norte.

Los equinoccios se producen cuando el día y la noche tienen la misma duración en todo el planeta e indican la llegada del otoño y la primavera. El 21 de marzo comienza el otoño en nuestro hemisferio, mientras en el Hemisferio Norte comienza la primavera. Lo contrario ocurre el 23 de septiembre, cuando se inicia la primavera en el Hemisferio Sur y el otoño en el Norte.

Como la órbita de la Tierra alrededor del Sol no es igual todos los años, debido a que la traslación tarda más de un año -hay 5 horas, 48 minutos, 45,8 segundos adicionales cada año-, los solsticios y los equinoccios puede variar en uno o dos días, al ocurrir un día 22 ó 23.