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Niños pensando

Entrenar

Es necesario enriquecer el vocabulario de nuestros hijos, el lenguaje se puede ampliar fomentando el diálogo, el ejercicio mental de razonar, de defender una idea, de tener argumentos para las propias decisiones, y no hacer sólo lo que hacen los demás. Mientras mejor sea el lenguaje de nuestros hijos, mejor será su capacidad de expresarse.

Enseñar a aprender del error

Si queremos aprender a pensar, deberemos descubrir el mundo tan humano del error. «Equivocarse es humano», siempre de los errores aprendemos algo nuevo. No por nada una estrategia es la del ensayo y error, es decir ir probando experimentalmente hasta encontrar la solución. Enseñarles a aprender del error implica no alfombrarles el camino para que no se caigan, sino por el contrario, hay que esperar que se caigan con la capacidad de luego pararse y rearmarse.

Motivar

Más que enseñar a pensar, la función de los padres debe consistir en motivar a los hijos para que quieran pensar, por cuenta propia. Para eso es fundamental darles la posibilidad de resolver sus propios problemas a cualquier edad, la clave está en escucharlos y guiarlos, pero no resolverlos por ellos. Es común que los padres de hoy no dejemos pensar a nuestros hijos, no sólo le damos las soluciones, sino que actuamos por ellos.

Enseñar a tomar decisiones

La inteligencia es la capacidad de resolver problemas vitales. No es inteligente un niño que es capaz de decidir qué fórmula física aplicar en un problema determinado, si en su vida diaria no es capaz de tomar una decisión.

Si convenimos que educar es, esencialmente, crecer en libertad y en responsabilidad, aprender a decidir bien resulta uno de los aspectos claves de esa tarea: mientras más capacidad de decisión, más libertad. Debemos enseñar a ejercer la libertad en el pensamiento, desde pequeños en pequeñas decisiones.

Incentivar al niño a ser un preguntón

La mejor manera de incentivar es, claramente, responder a todas sus preguntas siempre con dedicación, lo que no quiere decir que muchas veces podamos decir “no sé”, lo averiguo y te cuento. Los padres deben estimular, motivar, comentar y promover el clima adecuado para favorecer los hábitos intelectuales de sus hijas.

Ser padres preguntones

Debemos motivar a los hijos a interesarse por aprender y sobre todo, a disfrutar aprendiendo.
Es importante formular preguntas que ayuden a ser más reflexivos, a interrogarse sobre el pensamiento:

¿Por qué piensa el hombre?
¿Has pensado por qué recuerdas cosas?
¿Qué es lo que más te hace pensar?
¿Qué te parece que podríamos hacer si sucede tal cosa?

El hombre es un ser que, no sólo soluciona problemas, sino que además se los plantea.

Fomentar la lectura y controlar el uso de la TV

La televisión puede ser muy educativa y también instructiva, sin embargo no estimula en nada la imaginación. Los libros siguen siendo una herramienta eficaz para el pensamiento.

Enseñar a buscar tiempos para pensar

Unamuno decía que le gustaba pasear con pastores de ovejas para aprender a pensar, y es verdad, un pastor de ovejas tiene tiempo para pensar, para dar rienda suelta a su imaginación. Es importante buscar instancias familiares que nos permitan acompañar a nuestros hijos a echar a volar la imaginación.


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