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La muerte de una mascota puede ser un acontecimiento profundamente doloroso para las personas que conviven con ella, en especial para los niños.

Según María José Vélez, Médico Veterinario de Mascotas Online, un estudio realizado en Gran Bretaña sobre el fallecimiento de una mascota comprobó que más del 90% de los dueños experimentaron un trastorno en los hábitos de sueño o tenían dificultades con su alimentación, ambos síntomas de depresión clínica.

Más de la mitad se volvieron absortos y evitaron actividades sociales. Casi el 50% se encontró con dificultades relacionadas con el trabajo, perdiendo entre uno y tres días laborales como resultado de la apatía o del bajo nivel de energía.

Incluso hay indicios de que las parejas casadas son más propensas a divorciarse después de la muerte de una mascota en casa.

Efectos emocionales en niños

La investigación sorprendió al mostrar que los individuos que pierden un gato pueden tener una pena más profunda y necesitan un seguimiento mayor que aquellos que pierden a un perro. Esto llevó a inferir a los investigadores a que las personas menos sociables prefieren la compañía de un gato, ya que a diferencia de los perros, estos son mucho más fáciles de criar en un espacio reducido y no es necesario socializar para sacarlos a pasear o buscarles pareja.

El impacto que  genera la muerte de una mascota dependerá de cada persona y de su edad, pero en general, podría afirmarse que hay dos grupos especialmente vulnerables: los ancianos y los niños. Estos últimos pueden estar profundamente abatidos por esta muerte, aunque no se les note.

Para los niños de corta edad, que desde su nacimiento han convivido con un perro o un gato y que suelen ser los que más interactúan con ellos, puede resultar especialmente difícil comprender esta pérdida.

Como ocurre con otras pérdidas, las personas que sufren la de un animal querido tienen que pasar por un proceso de duelo. Completar el ciclo, desde que  se entierra a la mascota, visitar su tumba hasta terminar recordándolo con cariño por todos los años compartidos es una buena alternativa.

Reemplazar al animal fallecido con una nueva mascota puede ser una buena medida para recuperarse del golpe, aunque nunca de manera continua a su muerte.

Adquirirla demasiado pronto podría ser contraproducente hay que asegurarse de que está en condiciones de hacerse cargo de un nuevo amigo y que éste estará bien atendido.


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