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Aquí se inicia lo que se ha llamado la Época Dorada de Roma. El Senado tenía ya preparado un sucesor para Domiciano, Marco Coceo Nerva, senador conservador y ya entrado en años. Lo primero que hizo fue llamar a los refugiados políticos, anular las leyes sobre traición anteriores y jurar que no habría más matanzas entre los senadores.

Consiguió dos cosas fundamentales: permanecer en el trono el tiempo suficiente para que se calmaran las cosas y eligió como sucesor al mejor hombre que encontró: el general Marco Ulpio Trajano. Nerva lo adoptó como su hijo, cosa nunca hecha antes por un emperador, y murió luego de dos años de reinado, por causas naturales. El Senado lo deificó.

Bajo el reinado de Trajano, el imperio llegó a su máxima extensión. Conquistó Dacia, Armenia, Asiria y parte de Arabia. Mejoró Roma, reorganizó las finanzas imperiales, hizo donaciones públicas y fundó instituciones benéficas para los huérfanos. Mientras preparaba una campaña contra Mesopotamia, se sintió enfermo y, próximo a la muerte, adoptó como a su hijo al general de Hispania Publio Aelio Adriano.

El nuevo emperador adoptó la táctica que había seguido Octavio Augusto dos siglos atrás: el crecimiento del imperio dentro de sus propias fronteras. Renunció a nuevas conquistas en favor de mejorar el imperio. Abandonó Asiria, lo que enfureció a los generales romanos, pero que a la larga demostró ser correcta, ya que dicha provincia no había sido pacificada ni conquistada sino temporalmente derrotada y se preparaba una rebelión a gran escala. Dotado de magníficas cualidades tanto para la administración como para los asuntos militares y sociales, se le atribuye la frase: “El gobernante existe para servir al estado, no el estado para el gobernante”.

Su mayor cambio social y su mayor error fue permitir acceder a las clases sociales más bajas a cargos administrativos y públicos sin hacer el servicio militar. Esto traería a la larga un distanciamiento entre el ejército y la administración, de desastrosas consecuencias años más tarde.

En 135 el emperador comenzó a sentirse enfermo. Su gobierno se volvió bastante tiránico y empezó la búsqueda de su sucesor. Después de bastantes descartes, su elegido fue Tito Aurelio Antonino. Justo antes de morir, hizo que Antonino adoptara dos herederos, Marco Aurelio Antonino y Lucio Vero, de dieciséis y siete años de edad, respectivamente.

Según algunas fuentes, Antonino fue el emperador más amado de todos. Las monedas que se acuñaron en su reinado llevaban las palabras Tranquilitas y Concordia. Su primera tarea fue presionar al Senado para que deificara a Adriano. El Senado se resistía ya que este no había sido tan popular como otros, a pesar de su competencia. Sus apasionados discursos acerca de su padre adoptivo le ganaron la deificación y a él mismo el sobrenombre de Pío. Antonino era también un provinciano, de la Galia Narbonense, y su mujer era de Hispania.

Su sucesor, largo tiempo atrás seleccionado, fue Marco Aurelio. Callado, amante de la paz . Era un hombre tranquilo, con la personalidad de Antonino, pero sin su misma suerte. Hubiera sido más feliz como filósofo que como estadista. Cometió el error de nombrar co-emperador a su hermanastro Lucio Vero. Esto sentó un nefasto precedente, que más tarde llevaría a la división del imperio.

Las fronteras estallaron en guerra y este emperador, amante de la paz, realizó más campañas de guerra que cualquier otro anterior, viéndose obligado a vender el tesoro imperial para pagar tropas. Nombró sucesor y co-emperador a su hijo Lucio Aelio Aurelio Cómodo en 177 y murió en combate tres años después.

Trajano

Trajano no era romano, ni siquiera italiano. Era descendiente de una familia aristócrata de Hispania. Poseía cualidades raras en un emperador: humildad, amabilidad y modestia. Aunque era un autócrata, no poseía ninguno de los malsanos vicios de Domiciano. Incluso trató de hacer buenos amigos en el Senado, al que trataba con cortesía.

El emperador cómodo

Cómodo fue el último de los Antoninos. Más comparable con Nerón que con ningún otro, Cómodo quería ser una estrella de los deportes romanos. Era cruel y no se interesaba por Roma ni su seguridad. Su reinado acabó con la traición de alguien cercano a él. Fue estrangulado por su preparador físico mientras luchaban. El Senado no tardó en declararlo “Damnatio Memoriae”. Y se inicia el largo descenso hacia el fin.


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