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La mitología de la zona sur de Chile es rica y abundante, en especial cuando se trata de narrar historias de seres extraños o fantásticos así como terribles tragedias rurales.

Una de ellas es la leyenda de la Región del Biobío, Las Tres Pascualas, y unos pocos kilómetros más al sur de Chile, las leyendas mapuche para apaciguar a los dioses. Aquí te presentamos un extracto de ambas historias.

Mitología de la zona sur: Las Tres Pascualas

Las Tres Pascualas eran unas hermanas muy hermosas cuyo oficio de lavandera las hacía concurrir diariamente, mañana y tarde, a lavar ropa a la orilla de una laguna. Un día llegó hasta la casa de las tres muchachas un forastero que solicitó hospedaje, siendo acogido gustosamente por el padre de las jóvenes.

Todos los días, al caer la tarde, el hombre regresaba hasta la casa y miraba a las Pascualas que volvían cantando, con sus lindas trenzas rubias y su atado de ropa sobre la cabeza.

El joven se enamoró de las tres hermanas, y cada una, secretamente, correspondió su amor. Pero no sabiendo a cuál elegir como su esposa, les dio cita a las tres en la orilla de la laguna. A las doce de la noche el forastero remaba, pero al ver reflejarse en las aguas a las tres Pascualas, empezó a llamar: «Pascuala, Pascuala, Pascuala».

Al escuchar su nombre, las hermanas se creyeron elegidas y comenzaron a adentrarse en las traicioneras aguas, muriendo ahogadas.

Desde entonces, en las encantadas noches de San Juan, a las doce de la noche se ve un bote y surge una voz que llama desesperadamente a las mozas.

Mitología de la zona sur: Leyendas mapuches

Las leyendas mapuche también forman parte de la mitología de la zona sur de Chile.

Los principales dioses del pueblo mapuche eran imaginados como malos espíritus a los que había que apaciguar mediante algunos sacrificios. La más poderosa de estas divinidades era Pillán, el dios del trueno y el proveedor del fuego. Este dios provocaba los temblores de la tierra, las erupciones volcánicas y los relámpagos.

Se representaba como una divinidad corporal en varias formas. Los jefes guerreros que morían luchando eran reabsorbidos por Pillán y se convertían en volcanes; los simples guerreros lo hacían en nubes.

A partir de esta creencia se elaboró el siguiente mito: durante una tempestad los indígenas miraban al cielo para ver hacia qué lado se dirigían las nubes, suponiendo que significaban la batalla entre ellos y los españoles invasores.

Si las nubes iban hacia el sur, los mapuches se lamentaban porque significaba la derrota indígena; en cambio, si lo hacían en dirección al norte se alegraban por la derrota española que representaba.

El dios Pillán tenía como servidores a otros espíritus llamados wekufus, que para hacer el mal poseían la facultad de transformarse a su antojo. Los mapuches atribuían a estos espíritus todas las enfermedades y algunos de los fenómenos meteorológicos que ocurrían a destiempo, como por ejemplo que lloviese en el momento de recoger la cosecha.

La divinidad benéfica que tenían los mapuches era Anchimayén, la Luna, esposa del Sol. Protegía a este pueblo de los desastres y expulsaba a los malos espíritus, que huían por miedo a ella.