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El 16 de julio de 1969 Neil Armstrong, Michael Collins y Edwin «Buzz» Aldrin, comenzaban la aventura más importante de sus vidas, que tendría como escenario la Luna. Aquel día despegó la histórica nave Apolo 11.

El viaje hacia la Luna no presentó dificultad alguna. Todo se desarrollaba con tal precisión y normalidad, que la tripulación del Apolo 11 incluso tuvo el ánimo de bromear con los controladores de Houston.

El domingo 20 de julio, ya en la órbita lunar, Aldrin y Armstrong se trasladaron al módulo «Águila«. Michael Collins cerró la compuerta y permaneció pilotando el módulo de control «Columbia», esperando la separación de la cápsula y apoyando las maniobras del módulo lunar.

Cuando el «Águila» sobrevoló la superficie de la Luna levantó polvo lunar lo que restó visibilidad a las maniobras de aproximación que el comandante Neil Armstrong había asumido de forma manual para evitar el riesgo de vuelco del alunizaje automático. Habían transcurrido 4 días desde el comienzo del viaje.

El «Águila» descendió a la Luna y se posó sobre su superficie el 20 de julio de 1969, en la zona llamada Mar de la Tranquilidad.

Cuando el comandante descendió por la escalerilla de 9 peldaños, tiró de un anillo que abrió una compuerta de la cual salió una cámara de televisión que transmitió a la Tierra las primeras imágenes desde el satélite.

Eran exactamente las 10:56 P.M. cuando Armstrong descendió por una escalerilla con su traje espacial y puso el pie izquierdo sobre la Luna. Sus primeras palabras fueron «Estoy al pie de la escalerilla. Las patas del Águila sólo han deprimido la superficie unos cuantos centímetros. La superficie parece ser de grano muy fino, cuando se la ve de cerca. Es casi un polvo fino, muy fino. Ahora salgo de la plataforma«. Luego diría la frase histórica: «Este es un pequeño paso para el hombre; un salto gigantesco para la Humanidad«.

Pronto le siguió Aldrin -19 minutos después- quien al reunirse con Armstrong exclamó «¡Qué magnífica desolación!».

Ambos astronautas necesitaron de un breve lapsus de tiempo poder desplazarse con seguridad sobre la Luna.

Estuvieron caminando más de dos horas por la Luna. Recogieron más de 20 kilos de muestras del suelo, tomaron fotografías y colocaron un artefacto para detectar y medir el viento solar, un reflector de rayos láser y un sismógrafo.

Mientras los astronautas realizaban su misión en la superficie selenita, Michael Collins, mantenía en órbita el «Columbia«, a una distancia de aproximadamente 111 kilómentros de altura.

Armstrong y Aldrin clavaron en el suelo una bandera de Estados Unidos y hablaron por radio con el presidente Richard M. Nixon en la Casa Blanca. Comprobaron que no era difícil caminar y correr bajo una gravedad seis veces menor que la de la superficie de la Tierra. Millones de personas pudieron seguir en directo la retransmisión vía satélite del acontecimiento.

El objetivo principal de la misión fue llevar al hombre a la Luna, recoger muestras de la superficie selenita y dejar equipos experimentales que funcionaran después que los astronautas regresaran a la Tierra. Además dejaron una placa con una inscripción que decía: «Aquí hombres del planeta Tierra pisaron la Luna por primera vez, Julio 1969. Venimos en paz para toda la Humanidad«. La firmaban los tres astronautas y el presidente Nixon.

Una vez de vuelta al módulo lunar, los astronautas se quitaron los trajes espaciales y descansaron unas horas antes de iniciar el retorno al «Columbia».

El regreso

Abandonaron la Luna en vuelo vertical.

El regreso del Apolo 11 se realizó sin contratiempos.

El 24 de julio de 1969, 8 días después de iniciada la misión, el Apolo 11 caía sobre las aguas del Océano Pacífico, cerca de Hawai, donde lo esperaba el portaaviones Hornet para recogerlos.

Ante la posibilidad de que organismos lunares contaminaran la tierra, los astronautas se vistieron con trajes de aislamiento biológico antes de salir de la nave y fueron sometidos a una cuarentena de tres semanas, días durante los cuales entregaron la mayor cantidad de información que pudieron recordar.