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Como todos los pueblos originarios, el pueblo mapuche diseñó su propia cosmovisión para explicarse los fenómenos naturales que les rodeaban. Estas explicaciones, que constituyen la base de la religión, han variado mucho a través de los siglos.

Para los primeros miembros en el pueblo mapuche existía una región celeste, wenu mapu, en la cual habitaba el Todopoderoso.

En la cúspide de ese lugar estaba el Dios ngenemapun (dueño de la tierra) o ngenechen (dueño de los hombres). Como en él se sintetizaban las mayores bondades del género humano, poseía las cualidades de los dos sexos, así como también los mejores atributos de los jóvenes y los ancianos.

Su representación, por lo tanto, podía ser como hombre o mujer; como joven o anciano. Era considerado el principal protector para el pueblo mapuche.

El pueblo mapuche
El pueblo mapuche en Chile. Foto: Icarito

El pueblo mapuche y sus antepasados

Cuerpos celestiales, como la luna killén, el lucero del alba wueñelfe o las estrellas wanglen también eran parte de la creación y su acción consistía, fundamentalmente, en dotar de poderes premonitores y milagrosidad a los chamanes o machis.

Los antepasados también tenían un lugar en el cielo y actuaban como intercesores ante su Dios para conceder favores.

Los espíritus de los gloriosos antepasados de un linaje se personificaban en el pillán, el que vive en los volcanes, en el Oriente, o puel mapu. Es el ser divino que está más cerca del hombre y es el primer peldaño de ascenso hacia el mundo sagrado.

Dos puntos cardinales están relacionados con el bien: el Sur, desde donde soplan los vientos que traen la bonanza, la suerte y la abundancia, y el Oriente, donde están las montañas y volcanes donde habita el pillán.

Por esto la entrada de las rukas se orientan al Este y también por ello es que los ídolos de madera, ngillatúe, que presiden las rogativas o ngillatunes, están orientados hacia la cordillera.

Por su parte, la machi, cuando instala el rewe lo hace dirigido a ese mismo punto, de manera de diriair sus plegarias hacia el Este.

Los colores del cielo, azul y blanco, también tienen una valoración positiva y sagrada, y los estandartes de la machi son de estos colores, al igual que las prendas de vestir de los que asisten al ngillatún.

El árbol sagrado es el canelo, al que llamaban folie.