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Cuando hablamos de Revolución Industrial nos referimos a la honda transformación de los sistemas de producción, transporte y comunicación que se produjeron como consecuencia del reemplazo de la herramienta y el trabajo manual por la máquina y el trabajo mecánico.

El desarrollo de motores, cada vez más potentes, fue sustituyendo paulatinamente la energía muscular del hombre, la fuerza animal y la fuerza del agua y del viento.

Aunque en la mayoría de los textos de historia se sitúa a la Revolución Industrial entre 1760 y 1870, y se la circunscribe casi absolutamente a Inglaterra, la verdad es que se trata de un proceso que se inició mucho antes, que tuvo un periodo crítico en el lapso antes mencionado, y que sigue desarrollándose hasta nuestros días.

Hoy se habla de la Primera y de la Segunda Revolución Industrial.

Primera Revolución Industrial

Hacia la segunda mitad del siglo XVII, la población europea había aumentado en forma explosiva.

De 140 millones de personas en 1750, había llegado a 185 millones en 1800.

Este crecimiento hizo surgir la duda sobre la capacidad del planeta para alimentar a la humanidad con los recursos disponibles.

Hubo posiciones pesimistas, como la del clérigo inglés Thomas Malthus, que pensaba que el futuro del hombre eran la miseria y el hambre.

Otros, más optimistas y prácticos, enfrentaron el desafío y buscaron soluciones que desembocaron en un cambio en los métodos de producción.

Inventos y nuevos usos

En el área de la agricultura se intensificó el uso y la productividad del suelo. También se mejoraron las vías de comunicación y el transporte para llevar productos a todos los lugares necesarios.

Se inventó la máquina sembradora (Jetro Tull), con la que se ahorró tiempo y semilla; se descubrieron formas de enriquecer el suelo y de mejorar la calidad del ganado; se introdujo el cultivo y el uso de la papa.

Esta revolución agraria permitió alimentar adecuadamente a las masas que comenzaban a agruparse en torno a los centros industriales y mineros.

Pero no sólo la comida era indispensable para atender al crecimiento poblacional. También la ropa presentaba un problema.

El hilado, ya fuera de lana, lino o seda, era lento y el problema se agudizó cuando se incorporó el uso del algodón.

James Hargreaves (1764), primero, y Richard Ark-wright (1769), después, inventaron máquinas que facilitaron el hilado.

James Hargreaves

Pero entonces el «cuello de botella’ se produjo en los telares: había mucha demanda y bastante hilo, pero las máquinas tejedoras eran lentas.

En 1787, el cura y poeta Edmundo Cartwright inventó el telar mecánico.

Máquinas para sembrar, máquinas para hilar, máquinas para tejer; la industria artesanal fue definitivamente reemplazada por la fábrica y comenzó el esfuerzo por aumentar su eficiencia.

La búsqueda de una fuente de energía potente y accesible constituyó la meta a la cual James Watt llegó en 1769, al fabricar la primera máquina movida por vapor de agua.

Más allá del proceso social descrito, que culmina con la invención de la máquina a vapor, hay que subrayar que con este invento se produce, por primera vez, la combinación de ciencia y tecnología, que va a marcar desde entonces el desarrollo de la humanidad.

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Primera máquina a vapor

Segunda Revolución Industrial

La revolución que comenzó en Inglaterra en el siglo XVIII se extendió por el mundo y continúa hasta nuestros días.

Después de la utilización del vapor se empezó a investigar sobre fuentes de energía más eficientes.

Se descubrió la fuerza eléctrica y su aplicación, y los científicos se dedicaron a encontrar formas de producir electricidad (transformando fuerza mecánica, energía hidráulica, etc.).

Se inventó el motor de explosión a gas en 1860, y luego, en 1883, a partir de este invento, se fabricó un motor que usaba como combustible petróleo y otro a bencina, en 1885.

En el área de la producción agrícola, la ciencia confirmó que las plantas debilitan el suelo al extraer de él ciertas sustancias.

Entonces se desarrolló la tecnología de los abonos naturales y sintéticos.

Estudio genético

Al poder usar el suelo en forma intensiva, se promovió también el estudio genético, que permitió el cruce de especies más rendidoras, así como también la especialización de profesionales de la rama agraria.

Paralelamente se desarrollaron máquinas para arar, sembrar, segar y trillar. La agricultura se transformó en una actividad industrial.

Nacieron las industrias química y farmacéutica. Elementos naturales comenzaron a fabricarse artificialmente, y el ámbito de la medicina fue revolucionado por la fabricación de medicamentos.

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Farmacia antigua.

En el campo del transporte, los motores perfeccionados fueron aplicados a vehículos que poco a poco fueron reemplazando la fuerza animal.

El tren y los automóviles sellaron los últimos años del siglo pasado y el sueño de volar como las aves se convirtió en realidad en los primeros años del presente siglo.

Desde entonces hasta nuestros días, cuando imágenes y sonidos pueden recorrer miles de kilómetros en un segundo, la vida ha cambiado de manera radical.

Si la Primera Revolución modificó los métodos de producción, la Segunda modificó todas las áreas de la economía y cambió las bases mismas de la existencia humana.