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Se cuenta que en tiempos remotos había dos espíritus muy poderosos encarnados en gigantescas serpientes: uno era Cai Cai (espíritu de las aguas), que agitaba el mar y odiaba al ser humano, y el otro, Treg-treg (espíritu de la Tierra), que vivía en la cumbre de un cerro y le tenía afecto al hombre. Un día, Cai Cai decidió destruir a todos los seres vivos, haciendo desbordar las aguas del mar con sus fuertes coletazos.

Treg-treg, que vio desde las alturas cómo se iniciaba el desastre, se compadeció de los hombres y los instó a que huyeran junto con los animales hacia las montañas para poder salvarse. Es por ello que elevó los montes, mientras Cai Cai hacía lo mismo con el nivel del mar.

La mayoría de los animales logró ponerse a salvo. Sin embargo, algunos hombres fueron más lentos, porque no querían dejar sus tierras o deseaban llevarse todas sus pertenencias. Otros, incluso, no creían que ocurriría una inundación.

Pero así fue, y las aguas comenzaron a subir, arrasando con todo. Finalmente, y gracias a Treg-treg, un pequeño grupo de hombres llegó a la cumbre, que, se dice, son los antepasados de los mapuches. Algunas versiones de esta leyenda dicen que a estos se les impuso otro castigo: sacrificar a uno de sus hijos arrojándolo al mar. De esta manera, se logró calmar la furia de Cai Cai y las aguas retrocedieron lentamente hasta sus márgenes originales.