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¿Podrías imaginar que aproximadamente a 600 kilómetros sobre tu cabeza se encuentra orbitando un artefacto de casi doce mil kilos de peso, trece metros de largo y que tan sólo demora lo que dura un partido de fútbol en dar una vuelta completa a la Tierra? Por si esto fuera poco, lleva nada menos que 10 años girando alrededor nuestro. Se trata del telescopio espacial Hubble, puesto en órbita el 25 de abril de 1990 por la tripulación del transbordador espacial Discovery.

Este telescopio, desarrollado durante la década de los años 80, es el anhelo de muchos astrónomos. Concebido desde la década de los años 40 -aunque la propuesta inicial es obra del científico alemán Hermann Oberth en 1923- no fue hasta 1977 cuando el congreso de los Estados Unidos autorizó a la NASA para comenzar su construcción. En este proyecto también ha intervenido la Agencia Espacial Europea, que aportó algunos de los instrumentos que equipan al telescopio.

A pesar de ser todo un logro de la tecnología moderna y contar con los más sofisticados instrumentos de observación, el Hubble ha tenido múltiples problemas. En primer lugar, su construcción se retraso más de lo previsto, debido a la complejidad del pulido de su espejo principal, de 2,4 metros de diámetro. Cuando ya se encontraba en órbita, el telescopio demostró tener problemas para captar las imágenes, al carecer de nitidez.

En diciembre de 1993 al Hubble se le incorporó un sistema llamado COSTAR, que consistía en una especie de lentillas, que corrigieron el problema e hicieron que el telescopio enviase espectaculares imágenes del Universo. Desde entonces y cada tres años, una tripulación del transbordador espacial arregla o cambia las piezas que se van desgastando, lo que ha permitido que el telescopio alargue su vida útil en al menos otros diez años más. La última de estas reparaciones se realizó en 1999, cuando le fueron reemplazados tres de los cuatro giroscopios (aparato consistente en un disco que gira sobre un eje libre y sirve para demostrar el movimiento de rotación terrestre) que el telescopio utiliza para determinar su posición con respecto al Sol y la Tierra, y así poder ser enfocado con precisión donde se requiere.

Para captar las impresionantes imágenes, el Hubble utiliza toda una batería de sofisticados instrumentos. Cuenta con dos cámaras: la FOC, capaz de ampliar la luz que recibe hasta 100 mil veces, utilizada para captar los objetos más débiles, y la cámara digital 0WF/PC2. También incorpora un detector de luz infrarroja denominado NICMOS, el espectógrafo STIS, las antenas de transmisión y otros módulos y computadoras para operaciones internas.

Algunos de los aciertos más espectaculares que ha logrado el Hubble son el aporte sobre evidencias de agujeros negros en el espacio y la visualización de estrellas y sistemas solares en formación. Asimismo, ha sido testigo de choques entre galaxias y captó las imágenes del choque de los fragmentos del cometa Shoemaker Levy 9 con el planeta Júpiter, en julio de 1994.

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