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En la Europa medieval la expansión mongola fue vista con mucho temor, debido a la barbarie de los invasores. Sin embargo, también significaba la posibilidad de que los mongoles (también llamados tártaros) pudieran convertirse al cristianismo y combatir la expansión musulmana; razón por la cual se pensó que la acción misionera entre ellos podría llevarlos a la conversión.

En el año 1245, siguiente a la pérdida definitiva de Jerusalén, el Papa Inocencio IV planteó al Concilio de Lyon la necesidad de ocuparse de los mongoles.

A mediados del siglo XIII, el imperio mongol fundado por Gengis Kan penetró en la zona musulmana, después de haber unificado Mongolia e iniciar la conquista de China.

La irrupción de las tropas mongolas desde Persia acabó definitivamente con el califato de Bagdad, en el año 1257. Un par de años después, continuaron su carrera hacia Egipto, tomando Damasco y Gaza, pero se retiraron de Siria al ser derrotados por los egipcios. Establecieron alianzas con los cruzados contra el último vestigio del Islam en oriente, que eran los mamelucos (del árabe mamluc, esclavo) de Egipto, entrenados como soldados. Estos, bajo el mando del emir Zahir Baybars, dieron protección al sultán Mustafá Koutouz e infligieron a los mongoles su primera derrota, lo que los hizo retroceder. Pero luego Baybars hizo asesinar al sultán, tomó el control del Cairo y se proclamó sultán, gobernando durante 17 años.

A fines del siglo XIV, el imperio mongol se dividió en diversas dinastías locales, y más tarde fue aniquilado por un turco musulmán llamado Tamerlán, quien intentó reconstruir la unidad política del Asia Menor extendiendo su dominio a la India, Siria y Anatolia. Este imperio no fue mantenido por los descendientes de Tamerlán y se redujo solo a la parte oriental de Irán.

Las dinastías mamelucas

Los integrantes de la primera dinastía de mamelucos mantuvieron el poder como sultanes de Egipto hasta 1382. La sucesión hereditaria tenía poco arraigo y el trono fue usurpado por los emires más poderosos. Muchos de ellos fueron gobernantes destacados, como Baybars I, que detuvo el avance del pueblo mongol en Siria y Egipto en 1260. Otras dos invasiones fueron rechazadas por los mamelucos, quienes también expulsaron a los cruzados de la región y tomaron Acre, su última plaza fuerte en Palestina, en 1291. A finales del siglo XIII y comienzos del siglo XIV, el territorio de los mamelucos se extendía hacia el norte hasta los límites de Asia Menor.

El período mameluco fue una época de extraordinario brillo en las artes. También supuso un periodo de expansión comercial; los comerciantes de especias de Egipto, los karimí, disputaron con los emires en el patronazgo de las artes.

Después de la muerte del último gran sultán mameluco, en 1341, Egipto inició una etapa de decadencia. En 1348, la peste negra asoló el territorio y redujo considerablemente la población.

La segunda dinastía de sultanes mamelucos, los buryíes, eran de origen circasiano y gobernó desde 1382 hasta 1517. La mayor parte de los gobernadores buryíes ejercieron poca autoridad; su dinastía estuvo marcada por las continuas disputas de poder dentro de la elite mameluca. En plena rebelión y contienda civil, los mamelucos mantuvieron la posesión de Egipto y Siria gracias a su habilidad para rechazar las invasiones exteriores. Sin embargo en 1517 el sultán Selim I invadió Egipto, que quedó integrado al Imperio otomano.

Baybars, fundador de los mamelucos

Se dice que el personaje más singular y desconocido de la historia islámica es el sultán mameluco Ruknuddín Baybars al-Bundukdarí Ibn Abdullah. Durante su mandato, Egipto se convirtió en el estado más poderoso del Islam oriental. Nació en 1223 en Crimea, a orillas del Mar Negro. Fue vendido como esclavo por unos comerciantes en el mercado de Damasco y adquirido para revistar en la guardia de corps del sultán ayubí debido a su belleza y corpulencia.

Su carrera militar no tiene igual en ninguna época islámica anterior o posterior. Solamente en sus diecisiete años de sultanato (1260-1277) realizó treinta y ocho campañas, durante las cuales recorrió cuarenta mil kilómetros. A los cruzados les capturó baluartes considerados inexpugnables, como los castillos de Safed (mar de Galilea), en 1266; Beaufort de los templarios (a orillas del Litani, sur del Líbano), en 1268; y el famoso Krak de los Caballeros (al oeste de Homs, en Siria), en 1271.

Además, conquistó las ciudades de Arsuf, Cesarea, Jaffa, Haifa, Torón y Antioquía. En 1270 envió a la flota mameluca a atacar el puerto chipriota de Limassol, en represalia por la ayuda constante de la dinastía Lusignan (1191-1489) a los baluartes cruzados de Palestina y Siria.


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