Skip to main content

¿Alguna vez te has preguntado por qué cuando miras al cielo de noche desde tu ciudad, te cuesta distinguir a primera vista las estrellas?. ¿Has notado que el cielo no es negro sino que es particularmente más claro?

Bueno eso se debe a la gran cantidad de iluminación que hay a tu alrededor. El alumbrado público, los letreros publicitarios y un sin fin de fuentes luminosas, impiden que puedas disfrutar de un espectáculo tan maravilloso como es el cielo estrellado. Y no sólo te pasa a ti, sino que también a los astrónomos, que a pesar de poseer enormes telescopios, la excesiva luminosidad dificulta las observaciones del firmamento y sus cuerpos celestes.

A lo anterior se le conoce con el nombre de contaminación lumínica o luminosa. Este problema ha obligado a muchos países ha legislar para disminuir la cantidad de luz que se proyecta hacia el cielo.

Pero en términos exactos ¿qué es la contaminación lumínica?

Según la Comisión Nacional de Medioambiente (Conama), la contaminación lumínica «es toda aquella luz que no es aprovechada para iluminar el suelo y las construcciones. Esto puede suceder por dos razones principales: porque el haz luminoso no es dirigido hacia abajo, o porque la radiación luminosa es de una longitud de onda que el ojo humano no percibe. La luz que escapa rumbo al cielo es dispersada hacia el haz del telescopio por moléculas o polvo. Existe una multitud de caminos por los cuales la luz puede dispersarse por la línea de visión, sin que necesariamente haya una ciudad directamente visible desde el observatorio. Por lo tanto, la única manera de controlar la contaminación lumínica es reducir la cantidad de luz que escapa hacia el cielo.»

El resplandor, provocado por la luz que se escapa de las luminarias exteriores, genera un aumento del brillo del fondo natural del cielo. Esto disminuye el contraste e impide visualizar los objetos con un brillo similar o inferior al del fondo.

¿Quienes contaminan?

La contamiación lumínica es producida por los sistemas de iluminación artificial destinados al alumbrado de calles, edificios, monumentos y avisos publicitarios.

La única manera de controlar la contaminación lumínica es reducir la cantidad de luz que escapa hacia el cielo.

El diseño de las lámparas permite que más del 30% del flujo luminoso que emiten, llegue directamente al cielo provocando un gasto energético y económico injustificado.

Efectos

Los efectos que produce la contaminación lumínica aún no cuentan con suficientes estudios que puedan identificar la real magnitud de este problema.

El efecto más evidente y directo de la contaminación lumínica, que diariamente sufrimos todos, es la iluminación artificial del cielo nocturno. De esta manera, sólo son visibles las estrellas más brillantes, algunos planetas y la Luna. La Vía Láctea y las estrellas débiles desaparecen de la visión.

Sin embargo, hay muchas razones para cuidar y conservar las condiciones naturales del cielo nocturno y van desde el aspecto social al científico y ecológico.

Piensa por un momento en los daños que se están provocando al no utilizar de manera racional los sistemas de iluminación artificial.

Pero no pienses que las ciudades y pueblos quedarían a oscuras. La idea es eliminar el exceso de luminosidad evitando que el rayo de luz llegue al cielo.

Veamos algunos efectos de la contaminación lumínica

– El «resplandor urbano», que se aprecia en los centros poblados y los alrededores es causado por la ineficiencia y el uso inadecuado de los sistemas de iluminación.

– La contaminación lumínica provoca una molestia visual causada por la iluminación “agresiva” de las fuentes de luz. La visibilidad se torna escasa y empeora en la medida que la intensidad de la fuente aumenta.

– La intrusión lumínica se produce cuando la luz artificial procedente de la calle entra por las ventanas invadiendo el interior de las viviendas.

– La dispersión hacia el cielo se origina por el hecho de que la luz interactúa con las partículas del aire, desviándose en todas direcciones. El proceso se hace más intenso si existen partículas contaminantes en la atmósfera (humos, partículas sólidas) o, simplemente, humedad ambiental.

– La contaminación lumínica impide a los centros astronómicos realizar su labor científica.
En Chile, especialmente en las zonas del Norte Chico y Grande, encontramos cielos de excepcional calidad astronómica.

Existe un gasto energético mayor y como consecuencia hay un derroche de luz y dinero que a nadie beneficia. A esto debemos agregar que la contaminación lumínica incide directamente en el gasto de un recurso que se ha tornado muy escaso: el agua.

– La noche para todos los animales (incluyendo al ser humano) es indispensable. Los ciclos biológicos están regulados al alternarse el día de la noche. Los efectos comprobados sobre la biodiversidad de la flora y fauna nocturna, es el deslumbramiento y desorientación en aves, alteración en el ascenso y descenso del plancton marino, afectando la alimentación de especies marinas que habitan cerca de la costa.

– Tanto aves como murciélagos, peces, insectos, anfibios y otros animales han visto alteradas sus costumbres y hábitos nocturnos (reproducción, migraciones, etc.)

– El ciclo reproductivo de algunos insectos se ha visto alterado ya que las barreras de luz de las ciudades impiden que ellos se encuentren, problema que se refleja directamente en la flora, ya que al existir menos insectos estos no realizan la polinización de las plantas. La falta de estudios sobre la materia impide que se tomen medidas inmediatas.

Cómo solucionar el problema

– Las soluciones han sido más simples de lo imaginado, pero no por ello más económicas. Se ha tenido que colocar un tipo de «lámparas viseras» (dispositivo accesorio que, colocado alrededor del cabezal de las lámparas, permite dirigir la iluminación al área de interés, evitando así el desperdicio contaminante) que reflejan la luz hacia el suelo.

– Aquellos monumentos y edificios que deben ser iluminados de noche deberían de ser enfocados con el rayo de luz desde arriba hacia abajo.

– Los letreros publicitarios podrían establecer un horario para apagar la publicidad y encender los cielos.