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Al sur de la tundra, en las áreas cercanas a los 60º de latitud, se ubica el segundo bioma correspondiente a la zona ecológica fría y el más extenso del planeta: la taiga o bosque boreal.

La taiga es una enorme franja verde de más de 1.500 kilómetros de ancho presente sólo en el hemisferio norte, que comprende importantes sectores de América, Europa y Asia. Está caracterizada por poseer inviernos de menor duración respecto de la tundra, pero mucho más rigurosos, así como también por presentar un tipo de árboles característicos: las coníferas, plantas con semillas y sin flores capaces de soportar las frías condiciones de vida. Otro factor determinante es la escasez de agua, ya que no llueve mucho y los recursos hídricos existentes, por lo general, permanecen congelados producto de las bajas temperaturas.

La parte norte de la taiga corresponde a un sector de la superficie terrestre que, antiguamente, estaba totalmente cubierta por los hielos de la glaciación. Esta superficie helada erosionó el terreno, originando elevaciones redondeadas e importantes depresiones. Luego y paulatinamente tras el deshielo, el paisaje se cubrió de árboles, mientras que las zonas más bajas del terreno recibieron las aguas provenientes de los deshielos, formando importantes lagos, los que en la actualidad se congelan en cada invierno y sirven de ruta para algunos animales.

Condiciones climáticas

Esta zona de altas latitudes se caracteriza por poseer un clima frío y húmedo, que sufre intensas variaciones entre las dos principales estaciones: invierno y verano. Si bien la temporada más fría es un poco más corta que la de la tundra (dura alrededor de ocho meses), muchas veces es más rigurosa, alcanzando temperaturas de -40ºC.

El período estival es más bien fresco, con una temperatura promedio de 19ºC, lo que favorece el deshielo de las superficies congeladas y dificulta el normal desplazamiento de algunos animales. Nuevamente, la proximidad de los océanos con respecto a las tierras explica las condiciones más favorables en la costa que hacia el interior de los continentes.

Si bien las precipitaciones se distribuyen durante todo el año, estas son escasas llegando a un máximo de 500 milímetros anuales. El agua permanece helada durante muchos meses, lo que dificulta su captación por parte de los vegetales existentes.

Otro rasgo que identifica a esta región ecológica es su humedad, bastante alta, que condiciona el tipo de suelo existente y la formación de turberas.

Suelo

Al igual que la tundra, gran parte del suelo de la taiga está compuesto por una importante capa de permafrost, lo que condiciona su humedad y escaso drenaje. Además, lo hiela y reduce su profundidad y disponibilidad de nutrientes.
El suelo típico de la taiga es el podsol, un suelo poco fértil, ácido y de color rojizo, que es la base común de todos los bosques de pino. Por lo general, el hierro alojado en la capa superficial del suelo es arrastrado hacia otros horizontes más profundos, volviéndose estos cada vez más rojizos, ya que es allí donde finalmente se depositan importantes reservas de óxido de hierro.

Las bajas temperaturas inhiben la acción bacteriana, por lo que la descomposición es bastante lenta. Este normal proceso también se ve afectado por la gran acidez del suelo, que impide el normal desarrollo y trabajo de algunos organismos descomponedores, como las lombrices.

Vegetación

En comparación con la tundra, la taiga posee algunas características que benefician el desarrollo de una importante diversidad vegetal. Las variaciones de pendiente, orientación, topografía, drenaje y cualidades menos extremas del permafrost permiten el desarrollo de grandes bosques de coníferas (especies que forman el orden Coniferales, perteneciente a la clase Coniferopsida, dentro de la división Pinophyta), que forman un verdadero cinturón verde en la zona.

Las coníferas típicas de este tipo de biomas tienen troncos altos y derechos, con un eje central y ramas dispuestas de forma ordenada.

Una característica que les permite habitar y soportar los ambientes fríos es la forma de sus hojas. Estas, en general, son angostas y planas, con forma de agujas o similares a escamas, lo que les permite soportar los intensos vientos. Además, estas hojas cuentan con una gruesa capa exterior (llamada cutícula), gracias a la cual soportan las temperaturas extremas, y poseen estomas (pequeños poros ubicados en su superficie) hundidos, que conservan de mejor manera el agua.

Casi todas las coníferas son perennes, es decir, mantienen sus hojas durante todo el año, lo que les permite realizar el proceso fotosintético rápidamente, apenas las condiciones ambientales sean favorables. Su modo de reproducción es bastante particular, ya que lo hacen por medio de conos, los que portan células femeninas o masculinas. La fecundación ocurre cuando los conos femeninos reciben el polen masculino, por lo general, a través del viento.

En Europa, el bosque boreal está dominado por el Abeto rojo, el Pino albar o silvestre y el Abedul, mientras que en Siberia predominan las piceas siberianas, los pinos roqueros siberianos y los alerces siberianos. La taiga de Norteamérica consta de cuatro géneros de coníferas, dominando el paisaje la Picea negra y el Pino de Banks (Pinus cembra).

Suele existir un escaso desarrollo de arbustos, hierbas o árboles de menor tamaño respecto de las coníferas, ya que estas impiden el paso de la luz solar a las zonas más bajas. Usualmente, bajo esta densa sombra sólo crecen algunas plantas herbáceas, matorral leñoso, musgos y líquenes (sotobosque).

Fauna

Los comportamientos de muchos de los animales que viven en la taiga son similares a los que habitan la tundra: hibernan o migran para sobrevivir a los extremos inviernos. Entre los principales mamíferos destacan las nutrias, armiños, mofetas, martas, castores, osos, lobos, renos y alces. El herbívoro con mayor presencia en estas latitudes nuevamente es el Caribú (Rangifer tarandus), quien domina estas gélidas superficies aprovechando la mayor abundancia de vegetales, como gramíneas, juncos y líquenes.

Entre las aves características del lugar encontramos al Búho (Bubo virginianus), la Lechuza (Tyto alba), el Urogallo (Tetrao urogallus), el Grévol (Tetrastes bonasia), el Piquituerto (Loxia curvirostra) y el Pardillo (Acanthis cannabina), entre otros. Muchos de ellos se preparan para el crudo invierno almacenando alimento, principalmente las semillas de las coníferas. Ejemplo de esta conducta es la que adopta el Cascanueces de Clark (Nucifraga columbiana), habitante de los bosques boreales de América del Norte, capaz de recoger cerca de 4.000 semillas cada otoño, las que guarda en las cortezas de los árboles o en algunos agujeros del suelo.

Previsora acción que va acompañada de una excelente memoria: esta ave es capaz de recordar el lugar preciso donde depositó la mayoría de sus reservas, las que le alcanzarán para, aproximadamente, unos ocho o nueve meses.

Los insectos también abundan en el sector, siendo los más característicos la Mosca sierra del alerce (Pristiphora erichsonii), Mosca sierra del pino (Neodiprion sertifer) y el Gusano de los brotes de las piceas (Choristoneura fumiferana). Esos no solo tienen una función ecológica al ser parte de la cadena trófica (son un festín para las muchas aves insectívoras que llegan en verano), sino que también el aumento irregular de sus poblaciones condiciona la aparición de verdaderas plagas que destruyen grandes extensiones de bosque.

Una adaptación orgánica clave de las especies animales que viven en la tundra es que, en su mayoría, presentan apéndices cortos (como orejas, cola u hocicos) con el fin de evitar la pérdida de calor a través de ellos.

Hombre y taiga: paulatina intervención

En comparación con otras regiones ecológicas, la taiga no ha sufrido con tanta fuerza la intervención humana. Las bajas temperaturas y los suelos poco beneficiosos para el desarrollo de la agricultura han protegido esta zona. Sin embargo, dos importantes intervenciones han afectado y mermado su normal desarrollo: la explotación de los recursos forestales y el comercio de las pieles de algunos animales.

Como dijimos anteriormente, las coníferas dominan el paisaje de la taiga, siendo estas la más importante fuente mundial de recursos madereros.

Lamentablemente, el hombre ha aprovechado de manera indiscriminada estos recursos, realizando escasos esfuerzos por la recuperación y regeneración de estos bosques. Sin embargo, algunas iniciativas de reforestación también estarían atentando contra la diversidad vegetal, ya que después de la agresiva utilización de los recursos forestales se desarrollan monocultivos de coníferas que merman la presencia de algunas especies típicas. Otro problema que acarrea la tala de bosques es el inevitable avance hacia el sur del bioma más próximo, la tundra.

Se suman, además, los problemas que trae el sobrepastoreo de algunas especies, como los renos.

Así como la explotación de importantes yacimientos minerales de los cuales se extrae hierro, oro, carbón, gas y petróleo.

Datos Icarito

¿Qué particularidad posee la taiga?
Es la formación vegetal más extensa de la Tierra.

¿Qué porcentaje de la superficie terrestre está cubierta por este tipo de bosques?
Alrededor de un 11%.

¿Hace cuántos años las coníferas habitan la Tierra?
Los fósiles dan cuenta de su existencia desde hace 390 millones de años.