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El siglo XVI no es sólo el siglo del Renacimiento. También es el siglo de la Reforma, considerado uno de los grandes movimientos religiosos en el seno del cristianismo. La Reforma corresponde a una gran revolución religiosa que rompió la unidad de la Iglesia Católica en el siglo XVI, separando de ella a todos los que aceptaban las nuevas doctrinas, conocidas bajo el nombre genérico de protestantismo.

En el surgimiento de la Reforma no sólo influyeron causas religiosas, sino también políticas, intelectuales y económico-sociales.

Causas religiosas

A principios del siglo XVI, la Iglesia se encontraba en un profundo estado de decadencia y de crisis. La riqueza material de esta época hizo que se produjera corrupción y relajación de las costumbres entre parte del clero, lo que afectaba hasta las más altas jerarquías, incluido el papado. Todos buscaban aumentar al máximo sus ingresos, ya sea para velar por el futuro de sus familias, satisfacer su gusto por el lujo o proteger a sus artistas favoritos.

Se sabía que el Papa Alejandro V de Borgia llevaba una vida escandalosa, y que el Papa León X sólo se había ocupado de las bellas artes. El resto del clero no lo hacía mal; se dice que los obispos, en Alemania, poseían la tercera parte de las tierras y vivían como grandes señores.

Tales excesos despertaron poderosas críticas e insistentes exigencias en favor de una reforma que los suprimiese de raíz.

Causas intelectuales

La difusión de la Biblia, hecha posible gracias a la imprenta y que puso al alcance de todos la palabra de Dios, fue generando un clima crítico con respecto a los dogmas y organización de la Iglesia.

La lectura y la meditación de la Biblia creó, en algunos, una actitud detractora frente a las ideas religiosas aceptadas por la Iglesia que no tuviesen una base estricta y literal en este libro. Esta apreciación de la Biblia como única fuente de creencia religiosa fue el más poderoso germen de la Reforma.

Causas político-económicas

Durante la Edad Media se produjeron, muchas veces, conflictos entre los papas y los gobernantes, reyes o emperadores de los diversos Estados europeos. Si bien estas disputas no llegaron a afectar la unidad de la fe, fueron evidencia del resentimiento que sentían los reyes frente a los papas. Y por ello, los gobernantes lucharon por aumentar su poder sobre el clero y tratar de reducir los derechos del Sumo Pontífice.

A esto se agrega que entre los ingleses, alemanes y escandinavos surgió un movimiento reactivo en contra de la obediencia a Roma. Para estos países, adoptar la Reforma era afirmar su sentido de nacionalidad frente a la catolicidad representada por el papado romano.

Por otra parte, la Reforma halló campo fértil en países en que el capitalismo se había desarrollado (Alemania, Países Bajos e Inglaterra). Esto, porque las clases enriquecidas, gracias al comercio y al monopolio, sabían que la Iglesia veía con malos ojos el origen de sus ganancias. Además, algunos reyes y nobles vieron que separándose de la Iglesia Católica podrían adueñarse de sus extensas posesiones.


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