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La zona norte de nuestro país posee, en una importante extensión, el desierto más árido y seco del mundo. Nos referimos al desierto de Atacama, cuyos límites van desde la frontera con el Perú hasta, aproximadamente, el río Elqui (Región de Coquimbo), y desde las laderas de la cadena occidental de la cordillera de los Andes hasta el sector costero de nuestro país. Se ubica, latitudinalmente, en las cercanías del trópico de Capricornio, al igual que el desierto de Namibia, en África, y los desiertos australianos.

Las condiciones de este lugar son tan extremas que el promedio de lluvias, fácilmente, puede llegar a 0,1 milímetro al año. Sus temperaturas durante el día son bastante elevadas, llegando hasta los 45ºC, mientras que en la noche bajan abruptamente, incluso por debajo de los -10ºC.

Es común que llueva una vez cada quince años, pero esto no ocurre en todos los sectores, por lo que científicos afirman que existen zonas en las que jamás ha caído una sola gota de agua.

Es más bien un desierto rocoso, en el que la arena es escasa y son pocos los lugares donde se han formado importantes dunas. Domina el paisaje compuesto por partículas más gruesas, como gravas y ripios.

Existen varios fenómenos que posibilitan y explican las extremas condiciones del desierto de Atacama. La principal es la acción de los centros de altas y bajas presiones, que actúan sobre las precipitaciones que pueden darse en la costa del norte chileno, disminuyendo su presencia en el sector. Además, la cordillera de los Andes también actúa como una verdadera «barrera aislante», que impide el paso de tormentas cargadas de humedad, provenientes de la zona este del continente americano, principalmente de la cuenca amazónica.

Habitantes del desierto

El desierto de Atacama presenta diferentes condiciones climáticas y biológicas, según el punto donde nos localicemos. Mientras en la costa existe una mayor humedad, producto de las neblinas matinales o camanchacas, avanzando hacia el interior las condiciones cambian, al igual que si ascendemos hacia la zona altiplánica.

A continuación, analizaremos a los habitantes del llamado «desierto absoluto», región ecológica que se sitúa como una faja extendida desde el límite con el Perú hasta, aproximadamente, las cercanías de Copiapó (Región de Atacama), y entre la estepa desértica prealtiplánica y el desierto costero. Esta zona es la que presenta las condiciones más extremas del desierto chileno, con un escaso aporte hídrico, una gran radiación solar y, en algunos sectores, extrema salinidad del suelo.

Superando todas estas barreras, surgen organismos que aprovechan al máximo los recursos. Especies arbóreas como el Tamarugo (Prosopis tamarugo) y el Algarrobo blanco (Prosopis chilensis) se caracterizan por su gran resistencia a la deshidratación y la salinidad, mientras que hierbas como la Grama salada (Distichlis spicata) y arbustos como el Cachiyuyo (Atriplex deserticola) y las breas también están adaptadas y pueblan de manera esporádica el sector más árido del desierto de Atacama.

En cuanto a la fauna existente, esta zona posee una escasa variedad de especies, entre las que se cuentan reptiles como la Lagartija de Paulina (Liolaemus paulinae), algunas aves como Comesebo de los tamarugos (Conirostrum tamarugense) y la Diuca (Diuca diuca), anfibios como el Sapo de Rulo (Bufo atacamensis) y el Sapito de cuatro ojos (Pleurodema thaul) y, entre los mamíferos se cuenta un roedor subterráneo llamado Tucotuco del tamarugal (Ctenomys fulvus).

Color y aridez: el desierto florido

Uno de los fenómenos más atractivos que ocurren en la porción final del desierto de Atacama es el desierto florido. Su aparición está condicionada directamente a la presencia de precipitaciones en el sector norte de nuestro país, particularmente en la Región de Atacama, donde a partir del mes de agosto puede evidenciarse la abundancia de vida, que de forma tímida nace como un manto verde y que ya en septiembre luce de múltiples colores.

Pueden pasar dos años o diez, no es un período exacto, pero una vez caída el agua sobre la tierra, la árida superficie «despierta» y genera las condiciones necesarias para que una gran cantidad de semillas, traídas por el viento y los animales, se desarrollen y florezcan. Especies que durante años estuvieron bajo el letargo de las altas temperaturas y la sequía extrema disfrutan de unas pequeñas gotas de lluvia que hacen posible su crecimiento.

Flores como suspiros del campo, añañucas, huillis, garras de león y algunos lirios constituyen una verdadera alfombra de flores, que vence por algunos días la adversidad del desierto. Más de 200 especies, de las cuales la mayoría es endémica, florecen en condiciones naturales solo durante este particular fenómeno. Y no solo especies vegetales se desarrollan gracias a las precipitaciones inusuales del sector. El florecimiento también atrae a una gran cantidad de insectos y aves, que inusuales del sector. El florecimiento también atrae a una gran cantidad de insectos y aves, que hacen del paisaje del norte de Chile un rico y único ecosistema natural.

Oasis chileno

El desierto de Atacama también alberga algunos oasis, los que con el paso del tiempo se han transformado en importantes comunas. Es el caso de Pica, localidad ubicada en la Región de Tarapacá, a 114 kilómetros de Iquique, reconocida por el cultivo de frutos tropicales, entre los que se cuentan mangos, guayabas, limones y pomelos.

Antes de la llegada de los españoles ya estaba poblado por los habitantes primitivos, quienes aprovechaban las inmejorables condiciones que otorga este oasis en medio del desierto más árido del mundo.


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