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Datos biográficos

Pedro Alexéievich, también conocido como Pedro I el Grande, nació en Moscú en 1672. Miembro de la dinastía Romanov, era el hijo menor del Zar Alejo Mijáilovic y su segunda esposa, Natalia.

A la muerte de su padre, en 1676, él y su madre fueron desterrados al campo. En 1682 ascendió al trono junto a su hermanastro Iván V, pero bajo la regencia de Sofía, su hermanastra mayor.

En 1689, apoyado por sus partidarios, Pedro dio un golpe de Estado contra Sofía y fue proclamado zar de Rusia.

En 1696 conquistó Azov, puerto del Mar Negro, que era parte del Imperio Otomano.

En 1697 viajó por Europa (Francia, Alemania, Países Bajos, Holanda, Suecia, Inglaterra, Austria), estableciendo contactos diplomáticos en Viena, Alemania del Norte, Holanda e Inglaterra.

En 1698 se vio obligado a volver a Rusia, para enfrentar una sublevación en su contra, instigada por el partido nacionalista, contrario a su política reformista.

En sus viajes estudió y conoció la cultura occidental, sus actividades económicas y el funcionamiento de los ejércitos. Gracias a este aprendizaje, pudo desarrollar una serie de reformas para occidentalizar y modernizar su país.

Murió en San Petersburgo en 1725. Le sucedió su segunda esposa, Catalina I.

La guerra del Norte

En 1700, Pedro I decidió conquistar el Báltico. Para ello debía enfrentarse con la principal potencia de la zona, Suecia, a la que atacó con sus aliados Polonia y Dinamarca. Este conflicto, que se prolongó hasta 1721, se conoce como «Guerra del Norte».

La derrota de Narva (1700), puerto fluvial de Estonia, fue solo un obstáculo temporal para el Zar, ya que se apoderó de ella en 1704.

Entre 1701 y 1705, el zar conquistó los territorios suecos de Ingria, Carelia, Estonia y Livonia.

En 1709, volvió a derrotar al ejército sueco de Carlos XII y se apoderó de Poltava.

En 1710 logró asentarse en el Báltico oriental, al conquistar Riga, Reval y Viborg.

En 1714, tras la ocupación de Finlandia, consiguió su rendición. Con esto, puso fin a la hegemonía sueca en el Báltico.

En 1721 se firmó el tratado de Nystadt, que estableció que Rusia se quedaba con los territorios conquistados de Ingria, Estonia, Livonia, las islas de Dago y Oesel y parte de Carelia, con Viborg incluida.

Al asegurar el predominio de Rusia en el mar Báltico, Pedro I fue denominado «el Grande», y se proclamó emperador, el fundador del Imperio Ruso.

La occidentalización de Rusia

Tras su viaje por Europa, Pedro I se dedicó a realizar una serie de cambios en su país al estilo de las naciones europeas occidentales, que llegó a imponer hasta de manera violenta. Toda postura contraria a sus reformas fue sofocada con dureza. Incluso no vaciló en matar a su hijo Alejo (1718), líder de la oposición, la antigua y conservadora aristocracia rusa.

Modernizó el ejército y organizó una poderosa marina. Reformó la administración y el sistema fiscal. Estimuló el comercio y la industria, para poder recaudar más impuestos. Estableció un sistema de ministerios especializados. La policía secreta aumentó sus poderes y sembró el terror. Cambió el calendario y reorganizó la Iglesia (confiscó sus bienes y le quitó autoridad).

Creó un impuesto por persona, que sustituyó al impuesto por hogar (inspirado en el sistema implantado en Francia en 1695), que comenzó a aplicarse en 1725, aumentando el número de contribuyentes.

San Petersburgo

En 1703, en el istmo entre el lago Lagoda y el golfo de Finlandia, en los nuevos territorios conquistados en la costa báltica, Pedro I fundó la ciudad de San Petersburgo. Esta se convirtió en la capital de Rusia en 1712, en reemplazo de Moscú.

Mientras duró su edificación, cualquier otra construcción quedó prohibida en Rusia.

Miles de campesinos se ocuparon de desecar los pantanos y construir la ciudad. Anualmente, unos 40 mil obreros debieron trabajar el terreno con palos y sus propias manos, falleciendo miles de ellos a causa del esfuerzo y el frío.

Todos los hombres ricos fueron obligados a construirse allí una casa de dos pisos. Así, en veinte años surgió una ciudad de 150 mil habitantes.

El desarrollo industrial

Para abastecer a la marina y al ejército ruso de todo el hierro que necesitaban, surgió la industria metalúrgica en las minas de la región de los Urales. En Arkángel y San Petersburgo se abrieron grandes astilleros para la construcción de embarcaciones. Por otra parte, el Estado fomentó la creación de industrias manufactureras. La industria textil creció con la introducción de la oveja en Rusia. Para agilizar el transporte, el zar mandó construir canales a fin de unir el mar Báltico con el mar Negro por los ríos Neva y Volga.


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