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¿Qué es la médula ósea y para qué sirve? La médula ósea es un tejido esponjoso posible de encontrar al interior de algunos de los huesos largos, así como también en vértebras, costillas, entre otras áreas del cuerpo. 

Antes que todo, es clave comprender que el origen de la vida surge de una célula; una partícula microscópica que tiene la capacidad de multiplicarse cuantas veces sea necesario y de especializarse en cada uno de los tejidos humanos que dan a nuestro cuerpo el aspecto y las funciones propias de nuestra especie. 

Es un procedimiento que maravilla por lo exacto y del cual, gracias a las investigaciones científicas, cada día sabemos un poco más. 

Médula ósea y sus funciones 

En la médula ósea -ese material blando que llena la cavidad de los huesos y que es tejido hemopoyético- se producen todas las células sanguíneas. Y confundidas con ellas, en proporción de una cada 10 mil, están las células troncales, elementos totipotenciales que producen todas los otras células en distintas funciones, recorren nuestro cuerpo. 

Dicho en otras palabras, estas células troncales son como la se milla de la vida: a partir de ellas se pueden generar todas las otras células de la sangre.  

En consecuencia, la médula, en la cual estas células troncales se encuentran, es como el flujo vital que contiene dicha semilla. 

Puede comprenderse entonces por qué cualquier enfermedad que afecte a la médula ósea es de tanta gravedad y ha motivado a los investigadores a buscar una forma eficiente de atacarlas. 

médula ósea
La médula ósea roja es nicho de las células troncales. Foto: Icarito

Experimentos en animales 

Para conocer el origen de la investigación que comprendió la relevancia de la médula ósea, hay que remontarse décadas atrás. 

¿Qué ocurrió? En aquellos años científicos analizaron animales de experimentación que eran irradiados con dosis letales. Pese a que estaban condenados a una muerte irremediable, estos animales pudieron recuperase aplicándoseles médula ósea de animales gemelos sanos. 

Este procedimiento no consistía (y aún no consiste) en lo que tradicionalmente consideramos una operación de cirugía.

En términos simples, la médula se extraía con una jeringa del animal sano y se le inyectaba al animal enfermo directamente en su torrente sanguíneo. 

En la médula extraída había cientos de elementos. Y, a través de la transfusión, eran sembrados en el torrente sanguíneo del animal irradiado y proliferaban como médula ósea normal.  

Este estudio fue el comienzo de una verdadera revolución en este campo. Ello permite que hoy el trasplante de médula sea una técnica de gran utilidad, clínicamente aplicables y en algunos casos, tratamiento elección.