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El nombre Antártida es una deformación del vocablo Antártica, cuyo significado es «opuesto al continente de la osa». El continente de la osa (constelación de la Osa Mayor) es el Artico y, por lo tanto, Ant (del griego anti, que quiere decir contrario) y arkte (que en griego es osa) conforman la palabra con que se designa al continente helado del sur. Con los años y asociando el nombre con el de la Atlántida, se impuso el nombre Antártida.

Características

La superficie antártica tiene 14 millones, 200 mil kilómetros cuadrados, incluidas las barreras de hielo e islas próximas, y se encuentra situada alrededor del polo sur. Su forma es la de una pera redondeada.

Si dividiéramos la Antártida en dos porciones, tomando como límite entre una y otra, una línea imaginaria que atraviese desde la bahía que se forma en el mar de Ross, hasta la bahía que se forma en el mar de Wedell, observaríamos que al oriente queda la mayor parte del territorio, compuesto por una meseta alta y maciza. Al occidente, en cambio, el territorio está desmembrado en islas unidas por el casquete polar, que las cubre, y una estrecha prolongación – la península Antártica- cuyo extremo apunta hacia

América del Sur

Alrededor del continente helado está el océano Glacial Antártico, extensión de agua que es la unión entre el Pacífico, el Atlántico y el Indico. Esta masa acuática se congela durante parte del año, y llega a alcanzar temperaturas de 50 grados Celsuis bajo cero.

Flora y fauna

El frío, el suelo congelado, el poco sol y la sequedad ambiental de la Antártida, hacen que sus tierras sean biológicamente pobres. El mar que la circunda, en cambio, es abundante en recursos animales y vegetales.

Sólo algunos líquenes, algas, hongos, musgos y bacterias pueden radicarse en algunos lugares protegidos del viento o en las altas cumbres que sobresalen del hielo.

Pingüinos y focas son las especies animales que pueblan fundamentalmente tierras y aguas antárticas. Un gran número de otras aves proliferan gracias al alimento abundante en el mar (fitoplancton y zooplancton) y a la inexistencia de predadores.

En el agua, peces, moluscos, crustáceos, cefalópodos y mamíferos – como la ballena- se desarrollan aprovechando la abundancia de krill y microorganismos vegetales.

Tras los hielos

A partir del siglo XVII marinos de todo el mundo comenzaron a buscar en el sur del planeta, indicios certeros del continente helado. Primero fueron avistadas e incluso exploradas algunas islas. En 1820, la expedición rusa dirigida por Fabian Gottlieb von Belligshausen divisó por primera vez las tierras del occidente antártico. Este evento es tomado como el «descubrimiento» del continente helado. Ese mismo año exploradores de Inglaterra y de Estados Unidos repitieron la hazaña de Gottlieb.
Durante todo el siglo pasado, investigadores científicos y cazadores de focas y ballena se atrevieron a llegar a la Antártida. Franceses, ingleses, alemanes y estadounidenses organizaron expediciones y algunos demostraron la posibilidad de que los seres humanos soportaran un invierno antártico.

El Polo Sur

No fue sino hasta comienzos del presente siglo, que se intentó llegar al Polo Sur, punto más austral y helado de nuestro planeta. Roald Amundsen y Robert Scott fueron quienes emprendieron la hazaña final. El primero, de nacionalidad noruega, encabezó una expedición que llevaba perros esquimales, en tanto que el inglés Scott utilizó ponys siberianos. La aventura de Amundsen culminó exitosamente el 14 de diciembre de 1911, mientras que Scott llegó 34 días después y, al regreso, fue sorprendido por una nevazón que le costó la vida.

Soberanía Antártica

La administración del continente Antártico está entregada a un grupo de países, entre ellos Chile, que el 1º de diciembre de 1959 firmó en Washington, Estados Unidos, un instrumento jurídico conocido como Tratado Antártico. Aunque muchos países reclaman soberanía sobre el territorio helado, y por acuerdo internacional no se ha llegado a determinar soberanía específica, nuestra nación tiene fundamentos claros y válidos para reclamar jurisdicción sobre un trozo antártico. Tomando en cuenta que la parte más austral de Chile, en continente Americano, está sólo a 500 millas de la Antártica, y que geométricamente nuestro territorio se proyecta como un triángulo hasta el polo sur, es un imperativo de continuidad geográfica el ejercer soberanía. Este criterio se refuerza si se toma en cuenta la influencia climática y ecológica en general, que la Antártica tiene sobre Chile. Todo esto, además del criterio histórico que, ya en la época del imperio español, consideraba al reino de Chile como un territorio prolongado hasta los hielos australes.

Hoy Chile mantiene varias bases en la Antártica, la mayoría de ellas a cargo de personal de las Fuerzas Armadas.

El 6 de noviembre de 1940, bajo la presidencia de Pedro Aguirre Cerda, se dictó un decreto en el cual se fijaron los límites del territorio antártico chileno. Dicho decreto establece que «Forman la Antártica chilena, o territorio chileno antártico, todas alas tierras, islas, islotes, arrecifes, glaciares, pack ice y demás, conocidos y por conocerse, y el mar territorial respectivo, existente dentro de los límites del casquete constituido por los meridianos 53° longitud oeste de Greenwich y 90° de longitud oeste de Greenwich». Con esta declaración, el gobierno chileno comunicaba oficialmente a la comunidad internacional la extensión territorial antártica a la cual restringía sus derechos.

 


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