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La mitología greco-romana es la que crearon dos grandes civilizaciones: la griega y romana, aunque esta última se nutrió en su gran mayoría de la primera, en especial en materia de dioses. Por esto, al referirnos a la mitología griega lo estaremos haciendo también a la romana, en que, por lo general, solo los nombres son diferentes.

¿Qué es un mito?

Antes de entrar de lleno en la mitología griega, es conveniente primero tratar de comprender qué es mitología. En su significado más restringido, se dice que son los relatos de tiempos fabulosos y heroicos.

Sin embargo, la definición más exacta de mito, de acuerdo con los estudiosos, es: fábula, cuento o narración fantástica, en la cual uno o varios dioses, semidioses o héroes divinizados tienen un papel predominante.

Los mitos poseen dos caras: una amable, colmada de belleza, alegría y color; y otra más oscura, donde la esperanza del hombre de escapar a la furia de las divinidades está en someterse a los más rebuscados ritos y castigos.

Primero era el caos

En tiempos inmemoriales, mucho antes de que aparecieran los dioses, solo existía el Caos, un espacio vacío, infinito y tenebroso. Luego surgió Gea (la Tierra). De ella se separó rápidamente el Tártaro (mundo subterráneo o Infierno). Más tarde apareció Eros (el Amor), una fuerza inmensa que lo unía y formaba todo.

Gracias a la participación de Eros, de Caos surgió la luz. Hecha la luz, Gea engendró de sí misma a Urano (el Cielo), Ponto (el Mar, las aguas) y las montañas. De la primera unión con Urano nacen de Gea los Titanes (seres colosales con apariencia humana), los Cíclopes (gigantes con un solo ojo en el centro de la frente) y los Hecatonquiros (seres de cien brazos). De su relación con Ponto tuvo a las divinidades marinas y acuáticas en general.

Los Titanes, que representaban a las fuerzas de la naturaleza, eran doce, seis hombres y seis mujeres: los primeros se llamaban Océano, Ceos, Creos, Hiperión, Japeto y Cronos; las segundas: Thía, Rhea, Temis, Mnemosine, Febe y Tetis.

La familia de Ponto la formaron Nereo, Taumas, Forcis, Ceto y Euribia. El primero es el mar benéfico, padre de las Nereidas; el segundo es la grandiosidad del mar, padre de Iris (Arco Iris) y de las Arpías (Vientos tempestuosos). Las espantosas Gorgonas y las Greas, hijas de Forcis y Ceto, representan todos los terribles peligros del mar.

Zeus lucha contra Cronos

Urano tenía miedo de que sus hijos le quitaran su poder, por lo que, apenas nacidos, los encerraba en el profundo Tártaro. Furiosa, Gea los puso contra su padre, y Cronos, con una hoz que le dio su madre, mutiló los órganos sexuales de Urano y lo encadenó. Su padre lo maldijo, amenazándolo con que sufriría la misma suerte que él. Por eso, Cronos comenzó a comerse a sus hijos, los futuros dioses olímpicos (Hestia, Deméter, Hera, Hades y Poseidón), a medida que estos nacían. Desesperada, su madre Rhea llevó al sexto hijo, Zeus, a Creta, y envolvió una piedra en pañales, la cual Cronos se comió.

Cuando Zeus fue adulto, logró con una droga que su padre expulsara de su cuerpo a los hijos que se había comido. Una vez reunidos los seis hermanos, con la ayuda de los Cíclopes lucharon juntos contra Cronos y los Titanes durante diez años. Zeus obtuvo la ayuda de los Cíclopes al liberarlos del Tártaro.

Sin embargo, luego de la victoria de Zeus, un grupo de Titanes se sublevó, lo que originó otra terrible guerra, denominada la Titanomaquia, que finalizó con el triunfo de las divinidades celestes. Esto representa el triunfo del culto olímpico y también la lucha contra los elementos de la naturaleza.

La Gigantomaquia fue la guerra que sostuvo Zeus contra los Gigantes nacidos de las gotas de sangre caídas de las heridas provocadas a Urano por Cronos. Para asaltar el Olimpo (lugar de residencia de Zeus y los demás dioses) amontonaron montañas; pero finalmente compartieron la suerte de los Titanes, lo que se interpreta como la formación de las cordilleras y de los terremotos.

Entonces, por fin el Universo quedó en paz, y Zeus pudo gobernar en él, repartiendo su poder con Poseidón y Hades, quienes se quedaron con el mar y el mundo subterráneo, respectivamente.

Visión mitológica griega

Si bien los griegos no inventaron la mitología, la embellecieron y enriquecieron con su notable imaginación, agregando elementos extraordinarios a sus relatos sobre algunos sucesos verdaderos. Sus historias se referían también, indirectamente, a la moral y a las reglas de conducta.

Los mitos son creaciones colectivas que grandes poetas enriquecieron y adornaron con su arte. En el caso de Grecia, la mitología comienza con el poeta Homero, quien se cree que vivió mil años antes de Cristo (a.C.). Su poema épico Ilíada es la obra literaria griega más antigua, con una línea marcadamente mitológica.

Los griegos humanizaron a los dioses, al concebirlos a su imagen y semejanza; lo que fue una novedad, pues hasta esa época nunca habían aparecido como seres reales, con sus virtudes y sus defectos.

Los dioses olímpicos

El Olimpo es una elevada montaña que está ubicada en Grecia cuya cumbre se encuentra con frecuencia envuelta en nubes. Allí imaginaron los griegos que habitaban los dioses. Zeus presidía a las doce divinidades mayores, mientras que en diferentes lugares del universo existían otras, que también dependían de él.

Además, en el monte griego Helicón, Zeus estableció el Parnaso, residencia de las nueve Musas, hijas suyas y de Mnemosine, que cantaban constantemente sus alabanzas. Como cultivaban el arte en general y el libre pensamiento, representaban lo más alto del espíritu humano.

Zeus

Equivale al Júpiter de los romanos, dios del cielo y de todos los demás fenómenos celestes. Su arma era el rayo. Él daba el poder al resto de los dioses y a los gobernantes de la Tierra. También era el juez supremo. Sus aventuras amorosas fueron muchas, tanto con diosas como con simples mortales, y de ellas surgieron varios héroes y semidioses. Sin embargo, en épocas más avanzadas se le reconoció una sola esposa: Hera.

Poseidón

Aunque gobernaba los mares, también es considerado dios olímpico (al igual que Hades). Neptuno, como se le llamaba en Roma, se casó con Anfitrite, hija menor del titán Océano. Fue quien le regaló el primer caballo al hombre y manejaba a su antojo las tempestades y las aguas tranquilas.

Hades

También conocido como Plutón por los romanos, reinaba en el mundo subterráneo y de los muertos. Se le adoraba asimismo como el dios de las riquezas y metales preciosos sepultados bajo tierra. Su mujer era Perséfone (Proserpina), a quien raptó de la Tierra para convertirla en reina del Infierno.

Hera

La diosa a quienes los romanos llamaron Juno, era la hija mayor de Cronos y Rhea. Era la reina del cielo y compartía todos los honores con su esposo Zeus. En su matrimonio siempre aparecía como la esposa engañada, celosa y enojada. Se destacó su papel de divinidad del matrimonio, del hogar, esposa fiel y dispensadora de gracias a las casadas y parturientas.

Atenea

Minerva para los romanos. Nació después de que Zeus le pidiera a Hefaistos (dios del fuego) que le abriera su cabeza, ya que sentía inmensos dolores. Atenea surgió del cráneo de Zeus adulta y completamente formada. Esta diosa es, en el fondo, la personificación de la inteligencia divina, de la sabiduría, las artes y las ciencias, protectora de los Estados y origen de su prosperidad, aunque también era considerada como una diosa guerrera.

Apollón

También llamado Apolo, como lo denominaban los romanos. Era el hijo preferido de Zeus, el cual tuvo con Leto (una diosa nocturna) y se le consideraba divinidad de la luz. Nació en la isla de Delos y con el arco y las flechas, sus objetos característicos así como la lira, mató al gigante Titio y al dragón Pitón. Era también dios de la música, considerada como la armonía del universo; y era jefe de las Musas.

Artemis

Artemis o Artemisa, venerada como Diana por los romanos, era hermana gemela de Apollón y, como él, era igualmente diosa de la luz, del crecimiento de la vegetación y combatía el mal en todas partes. Era una diosa muy aficionada a la caza. Entre los poetas posteriores, Artemisa pasa a ser la diosa de las tres figuras: Selene, en las nubes; Artemisa, en la Tierra, y Hécate, en los infiernos y en la tierra cuando está envuelta por la noche.

Ares

Es el Marte romano, dios de la guerra cruel y homicida. Hijo de Zeus y Hera, nada le era tan satisfactorio como recorrer los campos de batalla matando por todos lados en compañía de sus compañeros Fobos (Miedo) y Deimos (Espanto), personificaciones de los horrores de la guerra. Sin embargo, los romanos honraban a Marte, tanto como los griegos lo repudiaban.

Afrodita

Sus orígenes no están definidos. Según Homero, Venus, como era adorada por los romanos, era hija de Zeus y Dione, diosa del elemento húmedo. Otros sostenían que había nacido de la espuma del mar que produjo la caída en él de los testículos recién cortados de Urano (afros en griego significa espuma). Los griegos la consideraron diosa de la belleza, del amor y del placer, sobre todo en el sentido físico. Sin embargo, también se le rendía culto como deidad de la primavera, fertilidad del cielo y protectora de los navegantes. Se le atribuyeron innumerables aventuras amorosas, aunque se la suponía casada con el deforme dios Hefaistos.

Hermes

Hijo de Zeus y Maya, diosa de las lluvias, era llamado Mercurio por los romanos. Sus principales características eran su astucia, capacidad de oratoria y habilidad manual. Fue considerado el dios de los ladrones, aunque también de los comerciantes. Pero lo más importante fue su misión como mensajero de los dioses y conductor de las almas de los muertos al mundo de ultratumba.

Hefaistos

El Vulcano romano, hijo de Zeus y Hera, era feo y cojo. Su madre se avergonzó de él y lo lanzó a la Tierra. Las oceánides Eurínome y Tetis se compadecieron de él y lo criaron. Forjó numerosos adornos con ellas y luego volvió al Olimpo. También se dice que quedó cojo debido a que Zeus lo arrojó a la Tierra enfurecido porque intervino a favor de su madre en una pelea entre ambos. Este dios fue venerado como el inventor de las artes metalúrgicas, descubridor de los metales y patrono general de los artesanos. También se suponía que confeccionaba las armas maravillosas de los dioses y de algunos héroes, como Aquiles.

Hestia

Llamada Vesta por los latinos (romanos), fue hija de Cronos y Rhea. Su culto debió ser tardío, pues no aparece citada en la Ilíada ni en la Odisea, obra de Homero que narra las aventuras de Odiseo en su regreso a su patria después de la guerra de Troya, como los demás dioses. Era el buen espíritu guardián de los hombres, familia y hogar. Era la deidad femenina del fuego. En Roma su culto fue muy popular.

Dioses menores

En el Olimpo

Eros era el dios del amor e hijo de Afrodita. Su misión era infundir este sentimiento en el corazón de los seres humanos. Los romanos le llamaron Cupido.

La más bella historia de Eros la constituye su amor por Psique, una hermosa doncella que representaba al alma humana. Cupido se la llevó a su morada, pero siempre la visitaba de noche y en la más completa oscuridad.

Curiosa y mal aconsejada por sus hermanas, cuando Eros estaba dormido, prendió una lámpara para ver su rostro, cosa que Eros le había prohibido hacer.

Deslumbrada por su belleza, se acercó para verlo mejor, derramando sin querer una gota de aceite sobre la cara de su amado. Ofendido, Eros se alejó de ella, por lo que Psique, arrepentida, vagó por toda la tierra en su búsqueda, realizando las más complicadas pruebas que Afrodita le impuso para obtener el perdón de su hijo. Finalmente, Cupido se conmovió y la perdonó, y Zeus le concedió la inmortalidad, viviendo desde entonces con Eros en el Olimpo.

Los vientos

Entre las divinidades celestes y meteorológicas se encuentran los vientos, hijos de Eos (la Aurora) y del Titán Astreo. Eran cuatro: Bóreas, Zéfiro, Euro y Noto. El más temido era Bóreas, viento del Norte o Aquilón, que por su furia era considerado un feroz secuestrador de doncellas.

Dioses y genios de la tierra

Personificaban la fecundidad de la tierra. Entre ellos destacan:

– Ninfas
: aparecían frecuentemente en el séquito de Dionisio, junto a los faunos y sátiros. Eran bellas y tímidas jóvenes que se alejaban de los ruidosos humanos, refugiándose en la soledad de los bosques y montañas. Residían en los arroyuelos y fuentes, haciendo brotar la vegetación y cuidando las praderas y montes.

– Faunos y sátiros: tuvieron la misma significación que las Ninfas. Eran muy inclinados a las borracheras, la alegría desenfrenada y los placeres de la carne. Su aspecto era el de un hombre musculoso, facciones toscas, orejas como de cabras, pies de macho cabrío y cubiertos completamente de pelo.

Otros dioses

Hipnos, Tánatos y Morfeo: Hipnos (Sueño) y Tánatos (Muerte), eran dos hermanos gemelos que engendró la Noche por sí misma. Vivían en el Infierno y visitaban a los seres humanos, el primero en forma de dios benévolo y el último como deidad cruel. Los sueños, inquietantes o dulces, se asociaron a Morfeo, supuesto hijo de Hipnos.

Las Parcas: eran tres: Cloto, Laquesis y Atropos. La primera hilaba, la segunda ataba el hilo al carrete y la tercera cortaba el hilo. El hilo representaba la vida de los humanos.

Las Sirenas: no es muy claro su origen. Unas versiones hablan de que eran hijas del dios fluvial Aqueleo y de una de las Musas, y otras historias, de Forcis y Ceto. Pero en la antigüedad nunca se las representó medio mujeres y medio peces, como ahora las conocemos, sino con cuerpo de aves y solo cabeza de mujer. Emitían un dulce canto que atraía a los navegantes y los hacían estrellar sus barcos contra los arrecifes y escollos, muriendo ahogados.

Semidioses y héroes míticos

El forzudo Heracles

Hijo de Zeus y Alcmena, y Hércules para los romanos, desde la cuna demostró su poder al matar a dos serpientes enviadas por Hera, celosa de la infidelidad de Zeus. Al crecer y después de dar diferentes pruebas de sus colosales fuerzas -entre ellas matar al león del Citerón, con cuya piel se vistió siempre-comienzan sus famosos doce trabajos impuestos por Euristeo, rey de Micenas y Tirinto.

Estas difíciles tareas le fueron impuestas como expiación por haber matado a sus propios hijos en un rapto de ira. Entre estas pruebas se pueden mencionar:

La Hidra de Lerna

Esta bestia con forma de serpiente tenía numerosas cabezas, que al cortárselas volvían a surgir. Heracles decidió cercenarlas de un solo golpe, y ayudado por su fiel sobrino.

La cierva de los cuernos de oro

Otro de sus trabajos consistió en atrapar viva a una cierva que tenía cuernos de oro y patas de bronce, además de ser sumamente veloz. Un año se demoró en hacerlo.

Los establos

Augias, rey de Élida, tenía un rebaño de tres mil vacas cuyos establos no habían sido limpiados en 30 años. Heracles solucionó el problema en un día, desviando las aguas de dos ríos para que inundaran el lugar y arrasaran los excrementos.

Además de los doce trabajos, este héroe realizó muchas otras hazañas antes de que fuera llevado al Olimpo por Atenea, donde los dioses lo recibieron encantados y Hera se reconcilió con él. Zeus le entregó por esposa a su propia hija Hebe, diosa de la juventud.

Perseo contra Medusa

Perseo era hijo de Dánae y de una lluvia de oro, que es en lo que se convirtió Zeus para poder entrar por una ventana en la torre donde la tenía encerrada su padre Acrisio, rey de Argos. El monarca hizo eso debido a que una profecía le anunció que sería asesinado por un nieto. Al descubrir que Dánae había tenido a Perseo, los expulsó a ambos del reino.

Ya crecido, Perseo fue enviado por el rey Polidectes a matar a Medusa, una de las tres Gorgonas, la cual transformaba en piedra a quien ella mirara. El rey quería alejar a Perseo de él, debido a que se había enamorado de Dánae y le molestaba su presencia.

Perseo, con la ayuda de Atenea y de Hermes, logró matar a Medusa, mirando solo su reflejo en un escudo muy pulido.

Más tarde, Perseo convirtió en piedra a Polidectes, mostrándole la cabeza de Medusa. Reunido con su madre nuevamente, regresaron a Argos. Sin embargo, Acrisio había desaparecido. Un día, mientras Perseo participaba en una competencia atlética lanzando el disco, este fue a dar accidentalmente a las tribunas y golpeó mortalmente a Acrisio, quien había ido de incógnito a presenciar los juegos. Después de todo, la profecía se cumplía igual.

Esta historia representa el coraje y la audacia del hombre griego frente a la soberbia, codicia, egoísmo y agresividad, simbolizada por Medusa.

El vellocino de oro

Este mito se inicia cuando Jasón reclama el trono de Yolco, en Tesalia, a su tío Peleas, quien había matado al padre de Jasón, legítimo rey de ese país. Peleas consintió en dejar su reino, pero no antes de que Jasón le trajera el Vellocino de oro, una piel de un carnero alado con lanas de oro.

El joven, de veinte años, construyó el barco Argos y reunió a los héroes más importantes, los argonautas, como Orfeo (eximio músico), Heracles, Teseo, entre otros, e inició la aventura, la cual representa el desarrollo de la navegación griega y su lucha por el dominio del comercio en el Mar Negro.

Luego de superar innumerables peligros, llegan a Cólquida, donde se encontraba la piel. Su rey, Aetes, impuso como pruebas a Jasón uncir a dos bueyes de pezuñas de bronce y aliento de fuego y arar un campo con ellos; y matar un horroroso dragón, sembrar sus dientes en el campo arado y vencer a todos los guerreros que de ellos surgieran.

Jasón lo logró con la ayuda de la magia de Medea, hija de Aetes, quien se había enamorado del héroe.

Como Aetes siguiera negándose a entregar el vellocino, Jasón lo robó y huyó con él, mientras Medea dormía al dragón que lo custodiaba.

Ya en su patria, Jasón recuperó su trono, nuevamente gracias a Medea, porque Peleas no quiso cumplir su parte del trato.

Teseo y el Minotauro

Teseo era el héroe ateniense más popular; representaba la sabiduría de esa región. Entre sus numerosas hazañas, la más conocida es en la que venció al Minotauro, criatura con cuerpo de hombre y cabeza de toro, quien vivía en el laberinto de Cnosos, en la isla de Creta.

Gracias a la ayuda de Ariadna, la hija de Minos, rey de Creta, pudo lograr su victoria. Ariadna le dio un ovillo de lana para que con esta marcara el camino de regreso a medida que avanzaba por el laberinto en busca del Minotauro, a quien finalmente encontró y mató. Así liberó a Creta de la obligación de llevarle cada año a la bestia siete doncellas y siete muchachos para que se los comiera.

El vuelo de Dédalo e Icaro

No obstante ser un gran arquitecto y escultor ateniense, Dédalo era prófugo de la justicia, pues lleno de envidia por las cualidades artísticas de su sobrino Talo, lo mató. Así llegó a Creta, donde fue protegido por Minos, quien le encargó la construcción del famoso laberinto para el Minotauro.

Sin embargo, luego de divulgar cómo se podía escapar de allí, Minos lo encerró en el mismo laberinto. Con la idea de huir, Dédalo supuso que lo mejor sería por aire, para lo cual construyó un par de alas con grandes plumas para él y su pequeño hijo Ícaro, las que pegó con cera.

Luego de escapar volando, Icaro se sintió con mucha confianza y comenzó a subir cada vez más, pese a las advertencias de su padre. Ícaro llegó tan cerca del Sol, que este le derritió la cera de sus alas, por lo que las plumas se dispersaron por el aire y el niño cayó al mar, donde murió. De esta forma, Dédalo pagó el crimen que había cometido contra Talo.

Mitología romana

Quirinus

Dios muy antiguo y típicamente latino, que formó una tríada con Júpiter y Marte; primitivamente era una deidad guerrera y dio su nombre a una de las siete colinas de Roma, el Quirinal, donde tenía su templo.

Ianus

Era el espíritu protector de las puertas y entradas y, por extensión, de los comienzos, por lo que con el nombre de Ianus Matutinus presidía la mañana. También cuidaba los puertos como Portunus. Se le representaba con dos caras, mirando hacia atrás y hacia adelante, al pasado y al futuro, adentro y afuera.

Dioses secundarios

Entre los dioses menores que adoraban los romanos se encontraban: Fontus, guardador de las fuentes; Consus, dios terrestre de la fertilidad, y Vertumnus, que regía la evolución del año de acuerdo con las cosechas. Entre los héroes divinizados destacaron Eneas y su hijo Ascanio, que habían hecho un largo viaje (relatado en la Eneida del poeta Virgilio) desde la destruida Troya a Roma.

Rómulo y Remo

Los mitos romanos no son muy numerosos. Fundamentalmente, tienen que ver con la fundación, desarrollo y protección de Roma por héroes cuyo origen se cree divino, o por hombres dotados de un valor extraordinario. El más destacado en este sentido es el relacionado con la creación de Roma.

Si bien la fundación de Roma se atribuye por algunos a Eneas, otra versión afirma que tuvieron que ver con eso dos hermanos gemelos: Rómulo y Remo, hijos de Rhea Silvia, sacerdotisa de Vesta, y del dios Marte.

Un tío de ellos, usurpador del trono de Alba Longa, los intentó ahogar en las aguas del río Tíber, que atraviesa Roma. Sin embargo, fueron salvados y alimentados por una loba. Cuando los hermanos crecieron, destronaron a su tío y levantaron una ciudad propia: Roma.

Cuatro meses después, y sin mujeres, durante una ceremonia religiosa, los habitantes de la ciudad raptaron a las doncellas del vecino pueblo de los sabinos. Los sabinos comenzaron una guerra para recuperar a sus mujeres, pero estas intervinieron para detenerlos, angustiadas porque en la guerra verían morir a sus esposos romanos y a sus parientes sabinos. Los contendientes las escucharon e, incluso, aceptaron formar un solo pueblo.

Dioses benévolos

Algunos textos incluyen en esta lista de las deidades olímpicas a dos dioses más, pacíficos y bienhechores de la humanidad:

Dionisio: los romanos le llamaban Baco. Era el dios del vino y la alegría, pero era también el principio masculino de la fecundación de la tierra y dispensador de todas las cosechas. Su madre era Semele y su padre Zeus. En una ocasión plantó una vid, estrujó el jugo de sus frutos e inventó así el vino.

Deméter: hija de Cronos y Rhea, llamada Ceres por los romanos, con el tiempo se convirtió en una de las diosas más importantes de los griegos. A ella se le consagraron los ritos denominados misterios de Eleusis. Las cosechas dependían absolutamente de ella y enseñó los oficios agrícolas a los hombres. Ella los sacó de su condición de cazadores, refinó sus costumbres e impuso la ley y la moral.


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