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Según la historia, tenía cuarenta años cuando se le apareció el ángel Gabriel, por quien Mahoma supo que Alá lo había elegido para predicar su palabra. Estas revelaciones fueron más tarde reunidas en el Corán, el libro sagrado de los musulmanes, cuyo nombre significa recitación.

Al principio a Mahoma le fue difícil dar a conocer el mensaje de Alá, debido a la hostilidad de su ciudad natal, La Meca, fiel al paganismo politeísta, lo cual lo obligó a emigrar a Medina o Yatreb, en la llamada Hégira.

En Medina, el profeta Mahoma empezó a ejercer un poder no solo religioso, sino también político, al sustituir las antiguas organizaciones tribales por la umma o comunidad de creyentes basada en el vínculo religioso.

Con el paso de los años, el prestigio de Mahoma fue creciendo; tras una exitosa campaña de expulsión de los judíos de Medina, se convirtió en dueño indiscutido de ella. En el año 630 entró en La Meca, consolidando su poder con el apoyo de los habitantes de esta ciudad.

La expansión del Islam se inició con una primera campaña militar contra Siria, y la autoridad de Mahoma empezó a imponerse en gran parte de Arabia antes de que el profeta falleciera, en el año 632.

Al morir, Mahoma no dejó ningún heredero varón que lo sucediera en el poder. Esta situación generó una crisis política, resuelta con la elección de Abu-Bekr -suegro del profeta y encargado por este de dirigir la oración- como primer califa (del árabe khalifa, que significa representante). Antes de morir, Abu Bekr designó a Omar ibn al-Jattab (Umar), quien fue asesinado diez años más tarde. Le sucedió Otmán ibn Affan (Uthman), de la familia omeya, que ocupó el poder hasta el año 656, cuando también fue asesinado. Finalmente, Alí ibn Abu Talib, yerno de Mahoma, asumió el califato. De esta manera, con los primeros cuatro califas, denominados legítimos u ortodoxos, la religión islámica inició su expansión. Las vecinas regiones de Siria, Mesopotamia, Persia, Egipto y Cirenaica fueron las primeras en ser dominadas.

A la muerte de Alí, el Islam se dividió. La familia omeya se impuso en el califato de Damasco, pero no fue reconocida por los chiitas (en árabe: sectarios), quienes en 750 obtuvieron el califato para los descendientes de Alí (familia abasida), que gobernaron desde la ciudad de Bagdad.

El principal objetivo de las conquistas musulmanas era la predicación y la propagación de su fe. Nunca estuvieron regidas por un plan de expansión, sino más bien impulsadas por el movimiento de tribus acostumbradas a practicar el nomadismo.

Posible explicación

A pesar de que, por su rapidez y amplitud, las conquistas árabes parezcan hazañas fabulosas, algunos historiadores sostienen que eso fue posible porque en su avance solo encontraron adversarios debilitados por guerras previas, y gobiernos despóticos. Además, muchos de los vencidos, sobre todo los berberiscos (o bereberes) en Argelia, se convirtieron al islamismo y aportaron a los ejércitos árabes excelentes soldados. De hecho, el ejército que en el año 711 emprendió la conquista de España se componía de 300 árabes y de 12 mil berberiscos, uno de los cuales era su jefe, Tarik.

Pero el territorio que iba desde la India hasta el océano Atlántico -máxima extensión que alcanzaron las conquistas musulmanas- era demasiado vasto y diverso para que el Imperio Árabe pudiera mantenerse unido mucho tiempo.


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