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Los efectos espaciales de la sobrepoblación


En muchos estudios efectuados respecto del uso del aire, agua y tierra, se ha estimado en forma más o menos pesimista los problemas que han originado su utilización abusiva e incontrolada.


El agua es vital para la vida humana, pero también tiene un aspecto económico que no se puede dejar de lado, como es su uso agrícola o industrial. Su principal problema es la desigual distribución en el espacio: ciertas regiones tienen una escasez permanente, mientras que en otras hay una abundancia constante. La contaminación que está sufriendo, sobre todo en áreas industriales, es otro factor preocupante.


En el caso del aire, también fundamental para vivir, se teme que la polución que lo afecta, al aumentar principalmente el dióxido de carbono en la atmósfera, provoque un calentamiento global en la Tierra, que funda los hielos polares y modifique el clima.


La tierra es igualmente necesaria para la vida humana, pues de ella proviene la mayoría de los productos alimenticios. Pero los suelos aptos para la agricultura también se encuentran desigualmente distribuidos, lo cual provoca un desequilibrio en el acceso a los recursos alimenticios para las distintas zonas del planeta.


La relación de la población con el medio ambiente es, entonces, tensa, si se piensa que su crecimiento contribuye a agudizar los síntomas de agotamiento físico del planeta: la contaminación del aire, agua y suelos, extinción de especies naturales y debilitamiento de las tierras con capacidad agrícola, entre otros.


Recursos alimenticios


Una de las grandes preocupaciones es si será posible alimentar satisfactoriamente a más de 6.000 millones de personas en los próximos años. Los alimentos no agrarios (pesca, aves, cultivos sin tierra) han ido adquiriendo de a poco una mayor importancia en la dieta humana; pero, aún así, la agricultura seguirá siendo la principal suministradora de alimentos.


Para lograr mantener y mejorar la producción agrícola, se plantea que hay que incrementar las tierras que se pueden cultivar. Sin embargo, la mayoría de las tierras aptas para la siembra y cosecha, están ya siendo usadas, por lo que el costo que significaría la incorporación de nuevas tierras agrícolas sale muy alto. Se podría realizar solo en las regiones tropicales y subtropicales, con el riesgo de agotar sus ecosistemas y de que surja la deforestación.


Otro camino es optimizar el trabajo en la agricultura y mejorar genéticamente las especies cultivadas o el ganado (como se está haciendo, por ejemplo, con los productos transgénicos). Para ello habría que aumentar la utilización de los abonos, las tierras de regadío y la mecanización. Con estas medidas, se calcula que la Tierra podría nutrir a 10.000 millones de personas.


El problema, entonces, no estaría, según algunos expertos en las teorías de la población, en el crecimiento demográfico, como afirman los maltusianos, sino en un reparto más equitativo de los bienes alimenticios que se producen o en buscar un nuevo equilibrio de las capacidades de producción entre países ricos y pobres.


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