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Originalmente, los griegos vivían dispersos en el campo, después se fueron formando tribus y la población se asentó en
pequeñas aldeas. Posteriormente, debido a las continuas guerras, los reyes y nobles construyeron plazas fortificadas, dentro de las que quedaron protegidos los artesanos y comerciantes. Así surgieron las ciudades-estado, que funcionaban como estados autónomos, llamados polis. Esparta y Atenas fueron las más importantes.

El desarrollo y crecimiento de las ciudades provocó cambios económicos y sociales. Al aumentar la población, las tierras se hicieron escasas y hubo que buscar nuevas extensiones para el cultivo. El desarrollo de la industria (tejido, alfarería y metalurgia) obligó a buscar nuevos mercados para comercializar sus productos.

Hacia el 750 a.C. se inició la expansión que se prolongó durante dos siglos.

Se fundaron gran número de colonias en las costas del Mediterráneo y el mar Negro, que también se constituyeron como ciudades-estado o polis.

En el sur de Italia había tantas colonias griegas, que la región recibió el nombre de Magna Grecia. Las polis más ricas y prósperas fuera de Grecia fueron Bizancio (actual Estambul en Turquía), Siracusa en la isla de Sicilia, Marsella en Francia, Sagunto y Málaga en España y Naucratis en Egipto.

Esparta

Esta ciudad, ubicada en el Peloponeso, tenía una enorme influencia debido a su gran poderío militar.
La constitución del Estado espartano se atribuye al legislador Licurgo. El Estado estaba a cargo de dos reyes solo durante las guerras. En tiempos de paz, junto a 28 hombres mayores de 60 años, estos reyes integraban el Consejo de los ancianos o Gerusía, que preparaba las leyes, que debían ser aprobadas o rechazadas por la Asamblea Popular. Esta también decidía sobre la guerra, la paz, las alianzas y elegía a los cinco éforos.

Estos funcionarios convocaban a la Asamblea Popular, manejaban el tesoro público y controlaban la administración. Después
se ampliaron sus facultades, podían destituir y condenar a muerte a los reyes.

Atenas

En la región de Ática, al noreste del Peloponeso, surgió Atenas. En un comienzo fue gobernada por reyes, pero después fueron reemplazados por nueve arcontes o magistrados supremos, electos anualmente por una asamblea dominada por los nobles o eupátridas (ricos terratenientes).

Había un tribunal supremo con el nombre de Areópago. A fines del siglo VII, el eupátrida Dracón dictó el primer código legal, que fue muy severo.

En el 594 a.C., el arconte Solón escribió una nueva Constitución. Se abolieron los privilegios de la nobleza y declaró ciudadanos a todos los habitantes libres de Ática. Dividió a la población en cuatro clases: grandes propietarios, caballeros, campesinos y asalariados (tetes). Los exarcontes integraban el Areópago que se mantuvo como tribunal supremo.
Además, creó el Consejo de los Cuatrocientos o Bulé, cuyos miembros eran elegidos entre los ciudadanos de las tres primeras clases.

Su función era preparar los asuntos que luego serían sometidos a la discusión y decisión de la Asamblea Popular o Ecclesia, en la que todos los ciudadanos tenían voz y voto.

Posteriormente, Clístenes (510 a.C.) abolió los elementos oligárquicos de la Constitución de Solón y fundó la democracia plena: “el gobierno del pueblo por el pueblo”. Estableció que todas las decisiones eran tomadas por la Asamblea Popular y la Bulé. En tanto que las atribuciones del Areópago y los arcontes disminuyeron.


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