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Tres aspectos fueron claves para la exploración y el inicio de la expansión europea:

I. El estudio de la geografía y la astronomía, y su aplicación a los problemas de la navegación.

Al parecer, y pese a que se cree lo contrario, en el siglo XV era de conocimiento popular que la Tierra era redonda. Esto, debido a los conocimientos académicos alcanzados durante la Edad Media, que tenían su base en la Antigüedad.

La civilización griega produjo una escuela de matemáticos y cosmógrafos, de la cual Hiparco, Eratóstenes, Marino de Tiro y el geógrafo Estrabón son los más conocidos.

Eratóstenes calculó la circunferencia de la Tierra y llegó a un resultado muy exacto. Tanto este como Estrabón dejaron descripciones reconocibles de los continentes conocidos hasta entonces. Y manejaron la hipótesis de un vasto océano circundante.

El gran geógrafo de la Antigüedad fue el egipcio helenizado Ptolomeo, quien escribió hacia el 130 d.C., en la época de mayor extensión del imperio romano, una obra de astronomía, más conocida por su nombre árabe Almagesto, y una Geografía descriptiva con excelentes mapas.

Los herederos de los griegos en geografía fueron los árabes, quienes prefirieron la descripción del mundo de Ptolomeo. Estos creían que el océano Atlántico no era navegable y tuvieron un profundo temor al "verde mar tenebroso", contagiado de la Europa Occidental. Por esto, sus viajes fueron por zonas ya conocidas.

En 1410, el cardenal Pierre d’Ailly escribió "Imago Mundi", que contenía citas de eruditos griegos, latinos y árabes. Pese a que este texto no tenía relación con la realidad náutica, fue estudiado por Cristóbal Colón.

En 1410 también se dio a conocer una versión latina de la Geografía de Ptolomeo. El problema de este texto era que las regiones descritas fuera del Imperio Romano eran irreales. Inventó un vasto continente meridional (al sur) unido por un extremo a África y por el otro a China, con lo que el océano Índico se describió como un mar interior. Además, desestimó el cálculo de la circunferencia de la Tierra de Eratóstenes, sustituyéndolo por otro que estaba errado: era un sexto menos del real. El texto de Ptolomeo, que tuvo gran prestigio, fue desmentido al iniciarse los primeros descubrimientos.

Paralelamente, desde el siglo XIII surgió en los puertos italianos y catalanes una escuela de hidrógrafos que dibujaban portolani, más conocidos como portulanos. Eran mapas dibujados en base a la experiencia náutica, que servían para conocer las distancias, los rumbos y los accidentes geográficos. La mayoría abarcaba el Mediterráneo y el Mar Negro, aunque algunos se extendían hasta Europa septentrional y parte de África.

Los portulanos estaban dibujados a una escala de distancias, pero no la más conveniente para distancias largas. Recién en el siglo XV, Mercator, matemático y geógrafo flamenco, inventó una proyección cartográfica que muestra tanto la latitud como la longitud con líneas rectas.

II. La construcción de barcos y el desarrollo de instrumentos que facilitaron la pericia de los navegantes para manejarlos.

Desde el siglo XII, la navegación había logrado importantes avances. Se construían barcos más grandes y seguros. Aparecieron las carabelas y las nâos, naves mejor preparadas para las prolongadas travesías y las condiciones de navegación en el Atlántico.

Especial importancia tuvo la masificación del uso de la brújula y el astrolabio. Antes de que se desarrollaran estos instrumentos, los navegantes se orientaban mediante la observación del Sol durante el día, y de la estrella polar durante la noche, pero no podían conocer su posición. Por esto los barcos trataban de mantenerse cerca de la costa.

En el siglo XIII, los navegantes europeos comenzaron a usar la brújula, que conocieron gracias a los árabes -que la trajeron desde China- y que permite saber hacia dónde está el norte.

El astrolabio, que se empezó a usar en el siglo XV, permitía determinar la posición de un barco, midiendo su distancia en relación a los astros.

III. El mejoramiento de las armas de fuego, y en particular de la artillería naval.

La pólvora, mezcla de carbón, salitre y azufre, fue inventada por los chinos, que la utilizaban para confeccionar fuegos artificiales y cohetes.

Los árabes perfeccionaron este invento con posterioridad, y dándole más fuerza explosiva, la utilizaron para impulsar proyectiles. En el siglo XII, los musulmanes llevaron a España cañones que lanzaban proyectiles impulsados por pólvora. A comienzos del siglo XIV, ya habían cañones en Italia, Francia e Inglaterra, que con el tiempo serían instalados en los barcos.

En el siglo XV se logró un mayor desarrollo de las armas de fuego, creándose incluso las portátiles, aunque todavía se seguían ocupando de manera eficaz el arco y la flecha.

Las armas de fuego fueron claves en la imposición de los conquistadores en América Latina y el resto de los lugares colonizados.

¿Sabías que?

Las carabelas, el tipo de barco en que viajó Colón, eran realmente pequeñas, pues en ellas cabían solo unas cincuenta personas. Es decir, tenía más o menos la capacidad de un autobús.


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