Había una vez a la orilla de un río un pollito que lloraba desconsoladamente. Se acercó a él una golondrina y le dijo ¿por qué lloras?
-Necesito comprar un regalo para mi amiga, que está de cumpleaños y no me atrevo a cruzar el río, un pez enorme me podría devorar-.
-Pero si esto no es un río-, respondió la golondrina -es solo un charco que quedó después de que el Señor Conejo regó su huerto. Debes tener más confianza en tí, cruza sin temor que yo volaré a tu lado-.
Y los dos llegaron a la tienda riendo felices y compraron un rico chocolate para la amiga de pollito.
– Gracias linda golondrina, desde hoy no seré tan miedoso-.
– Adiós pollito, que te diviertas-.
FIN