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Giotto (1266-1337) logra distribuir en grandes planos los fondos y el estudio de los caracteres. Uno de los cuadros más recordados de este autor es «San Francisco predicando a los pájaros», fresco que ilustra un pasaje de la vida de San Francisco en Asís, donde demuestra el gran dominio de los equilibrios proporcionales, dándole un peso muy natural a las figuras envueltas en gruesas vestimentas.

Pintura de caballete

El principal exponente de este tipo de pintura en Italia fue Duccio di Buoninsegna.
Duccio di Buoninsegna (1255-1319) fue además profesor, dándole un giro a la escuela de Siena, fundada por él y caracterizada por las expresiones finas, suaves, elegantes y con colores verdosos y dorados principalmente.

Al ser un pintor de caballete, sus cuadros eran fácilmente transportables, siendo uno de los más famosos «Majestad» encargado para la Catedral de Siena, pintado por sus dos caras para que la gente lo pudiera ver desde dos ángulos. Los contornos eran curvos y los coloridos suaves, principal característica de los pintores sieneses.

Simone Martini (1284-1344) fue el más importante alumno de Duccio y realizó hermosas obras en el Palacio Comunal de Siena, con un estilo muy refinado.

Básicamente, estos son los precursores del Renacimiento pictórico.

Precursores de Italia

La mayoría de las obras de estos autores se basan en temas religiosos, por lo que gran parte de ellas surgen en las iglesias y conventos. Más tarde comenzará a mezclarse el paganismo con el catolicismo.

Entre los precursores destacados podemos a nombrar a:

– Fray Angélico (1387-1455): se caracterizó por representar personajes dulces y suaves, con marcados colores pasteles. Se decía que los ángeles posaban para él y se le conoció más comúnmente como «Beato Angélico».

– Masaccio (1401-1428): se le reconoce principalmente por los frescos que pintó en la iglesia del Carmen, en Florencia, dejando de manifiesto todas las características del estilo que se iniciaba en esa época. Los más importantes y recordados son «El tributo de San Pedro» y «Castigo de Adán y Eva», donde se muestra por primera vez el desnudo humano.

– Paolo Uccello (1396-1475): en sus temas se puede observar el humanismo, en cuanto a la importancia que el hombre cobró ante la naturaleza, tomando como ejemplo a los autores clásicos. Su obra principal fue Batalla de San Romano.

– Piero della Francesca (1410-1492): la perspectiva lineal era su característica principal a la hora de pintar, lo que se puede apreciar en todos sus cuadros. Se distinguen básicamente por sus coloridos luminosos y un suave pero firme trazo en las figuras. Su obra principal se encuentra en la iglesia de San Francisco de la Cruz, donde realizó varias decoraciones pictóricas.

– Benozzo Gozzoli (1424-1497): es considerado discípulo de Fray Angélico por su gran sentido decorativo; sus personajes, flores y vestimentas fueron ampliamente alabadas en la época. Su obra principal fue La cabalgata de los Reyes Magos, en el palacio de los Médici.

– Sandro Botticelli (1444-1510): es el más fiel representante de la mezcla entre paganismo y religiosidad. Se mueve entre la mitología y el cristianismo. Sus obras más famosas fueron El nacimiento de Venus, La primavera y La Natividad. Más tarde solo se dedicaría a lo religioso.

Pintores de los Países Bajos

Gracias a los húmedos inviernos, el fresco pasó a segundo plano reemplazado por el díptico y el tríptico.

Más adelante, y gracias a los húmedos inviernos, el fresco pasó a segundo plano reemplazado por el díptico y el tríptico, es decir, dos tablas unidas o una tabla al centro y dos a los lados. Los colores son mucho más imponentes que en las obras anteriores y de una perfección única.

Los hermanos Humberto (1370-1426) y Juan van Eyck (1390-1441) fueron los creadores del políptico (cuadro compuesto de varios tableros pintados). El primero de los hermanos alcanzó a tener una obra muy escasa; en cambio Juan se dedicó con más tiempo a este arte. Una de sus obras más recordadas es el «Matrimonio Arnolfini», una obra de líneas puras, basada en lo vertical y con un colorido importante.

Roger van der Weyden (1399-1464) fue discípulo de los hermanos van Eyck. Sin embargo, él le otorga mayor dramatismo a las imágenes, lo que se puede observar en una de sus mejores obras, El descendimiento de la cruz, con un gran colorido y realidad en los pliegues de las vestimentas. Se dedicó en gran parte a los temas religiosos.

Hugo van der Goes (1420-1482) fue destacado alumno de van der Weyden. Continúa la línea de la misma escuela, mezclando elementos góticos con religiosidad y gente del pueblo. Este pintor fue el autor del tríptico Portinari, una adoración de la Virgen que se encuentra en Florencia.

Gerard David(1460-1523), pintor holandés, se caracterizó por los temas religiosos, planteados de una forma distinta y con ambiente poético.

Jerónimo Bosch (1516-1546) fue el primer surrealista de la historia, sin siquiera proponérselo. Su obra maestra fue El jardín de las delicias, donde muestra todo el estilo que lo caracteriza, resaltando siempre lo grotesco y lo terrible. Sus cuadros son narrativos y literarios, aunque con elementos burlescos. Se distinguía por sus escenas diabólicas, llenas de fantasía.

La pintura en Alemania y Francia

Desde sus inicios, la pintura alemana se ha caracterizado por la dualidad entre drama y racionalismo. Las formas se ven distorsionadas y las facciones de las figuras son muy grotescas, con la idea de alcanzar un estilo propio de expresionismo.

Lucas Cranach (1472-1553) es uno de los principales pintores alemanes del siglo XVI. En sus obras utilizaba formas caricaturescas y es considerado el más audaz de todo los pintores de la época. Las figuras las representaba muy alargadas, con un toque gótico muy marcado. También plasma cierta fantasía al pintar mujeres desnudas llenas de joyas y accesorios en el cuerpo. Por lo general la atmósfera era oscura y misteriosa.

Matías Grünewald (1455-1528) sigue más o menos la misma línea, pero se distingue del resto por poner mayor énfasis al tema religioso, con formas retorcidas y un buen tratamiento del ser humano en su obra. Su obra más reconocida es la Pequeña crucifixión, donde los colores oscuros, mezclados con rojos y amarillos, dan una sensación bastante trágica y lúgubre.

Hans Holbein (1460-1517) fue uno de los pintores más pulcros de la época, lo que lo llevó a pintar importantes retratos, entre ellos el de Enrique VIII y Erasmo de Rotterdam.

Alberto Durero (1471-1528) fue el mejor pintor de Alemania y se caracterizó por sus retratos. Su Autorretrato, de los 13 años, fue el primero, hasta el último, llamado Cuatro apóstoles a la edad de 55 años. Sus obras estaban basadas en dibujos, donde captaba los detalles más simples de la naturaleza.

Pintura francesa

Si bien Francia no tuvo grandes creadores, hay algunos que merecen estar en la memoria de las personas, por lo que daremos una pequeña pincelada a dos de los grandes.

Enguerrand Charonton (1412-1474) fue un pintor muy variado en sus obras y a la vez bastante ambicioso. Su obra más famosa fue «La coronación de la Virgen».

Jean Fouquet (1460-1520) tampoco se puede dejar de lado en cuanto a pintura francesa, ya que fue un fiel discípulo de los artistas flamencos, adoptando el colorido de sus obras y el dibujo visiblemente flexible de sus cuadros. Su obra maestra fue «díptico de Ettiene Chevalier».

 


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