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A comienzos del siglo XVII hubo un cambio en la estrategia de la guerra, producto de las ideas de fray Bartolomé de Las Casas. Tras su ordenamiento como sacerdote, el español De Las Casas conoció la realidad vivida por los indígenas después del arribo de los conquistadores, lo que lo llevó a impulsar una campaña para terminar con los abusos e injusticias. Su determinación fue tal, que incluso llegó hasta la corte real a exponer sus ideas, las que fueron escuchadas y también implementadas.

Aunque como integrante de la Iglesia Católica, el fray condenaba muchas de las creencias de los nativos (como los cultos politeístas o la poligamia), criticaba el modo en que se les trataba. Para él, la evangelización no justificaba la utilización de la violencia desmedida ni tampoco las continuas humillaciones por las que tenían que pasar los indios.

Si bien las ideas del padre De Las Casas fueron postuladas al otro lado del Atlántico, hubo quienes hicieron eco de ellas, llegando hasta nuestro territorio. De la mano de los integrantes de la Compañía de Jesús, y basándose en las ideas evangelizadoras y pacifistas, se impulsó entonces la llamada guerra defensiva, que consistía en eliminar todos los métodos violentos de conquista, pacificando a los insurgentes a través de la evangelización. El gran promotor en Chile de esta idea fue el padre jesuita Luis de Valdivia, quien consiguió el apoyo de Felipe III para concretar su estrategia. De vuelta en el país y cuando el conflicto recrudecía en el sur, Luis De Valdivia convocó a una reunión a los loncos de Concepción, en 1612, para explicarles el acuerdo de paz. Los europeos respetarían sus tierras, a cambio de que ellos permitieran el ingreso de misiones evangelizadoras.

Los jefes mapuches aceptaron el trato, pero bastaría solo una provocación para que los planes de paz fracasaran. En una de las primeras misiones, los mapuches dieron muerte a tres sacerdotes, tras torturarlos con gran crueldad. Con ello se colocaba fin a uno de los proyectos más optimistas y menos violentos para terminar con el conflicto en Arauco.

La guerra defensiva contempló los siguientes aspectos:

– Se mantuvo la línea defensiva en el Biobío, prohibiendo a los militares pasar más allá.

– Se mantuvo el ejército permanente.

– Se estudió un sistema de tributos para los araucanos, que reemplazaría el trabajo en encomiendas. 

– Se suspendió la Real Cédula que declaraba esclavos a los aborígenes.

– Se perdonó en nombre del rey a todos los rebeldes.

El padre Valdivia debía organizar la predicación entre los araucanos, pero a pesar de sus esfuerzos y los del gobernador Alonso de Ribera, la guerra defensiva no prosperó. Mapuches y españoles continuaron luchando. Este tipo de guerra existió legalmente hasta el año 1626, cuando Felipe IV autorizó volver a la guerra ofensiva y declaró vigente la Real Cédula de 1608, que hacía esclavos a los rebeldes.

La vida en la frontera

Cuando finalizó la Conquista, a fines del siglo XVI, los araucanos no habían podido ser sometidos por los españoles, por lo que se hizo necesaria una nueva estrategia para enfrentarlos. Durante este período hubo numerosos desastres, ciudades saqueadas, quemadas y abandonadas a su suerte luego del triunfo mapuche en Curalaba en 1598, donde además fue derrotado y muerto el gobernador Martín García Óñez de Loyola. Ante esto, los españoles renunciaron por el momento a la conquista de la Araucanía, conformándose con una frontera en el río Biobío.

En este período fue nombrado gobernador Alonso de Ribera (1601-1605), quien se dio cuenta de que no era posible derrotar a los mapuches si no contaban con un ejército profesional. Para esto, pidió al rey Felipe III la autorización y los medios para crearlo, formándose así en 1604 un ejército de carácter permanente y pagado, integrado por más de 1.500 soldados.

Mientras, Ribera levantaba numerosos fuertes en la margen norte del Biobío, dividiendo el mundo indígena del mundo europeo; se encargó de elaborar tácticas de guerra y preparar todos los elementos logísticos que requería su ejército. Con esto, se puso fin a la guerra ofensiva que caracterizó el período de la Conquista. En 1605 asumió como gobernador Alonso García de Ramón, quien se mantendría en el poder hasta 1610.