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La Patria Vieja chilena representa la primera etapa de la lucha por la independencia nacional, que se gestó gracias a la acción de la aristocracia castellano-vasca, la cual por su poderío económico y cultural, ejercía una importante influencia en el pueblo.

Al fallecer el gobernador Luis Muñoz de Guzmán se da inicio al período que conocemos como la Patria Vieja chilena. De acuerdo a una disposición adoptada por Carlos IV, le correspondía asumir el mando al militar de más alta graduación.

Sin embargo, la Real Audiencia no hizo caso de esta normativa y nombró a su regente Juan Rodríguez Ballesteros como nuevo gobernador.

Patria Vieja chilena. Foto: Wikipedia
Patria Vieja chilena. Foto: Wikipedia

El último gobernador

En Concepción, el abogado Juan Martínez de Rozas indujo al brigadier español Antonio García Carrasco -a cargo de la inspección de los fuertes de la frontera- a que hiciese valer sus derechos como el oficial de más alta graduación, para ocupar el cargo según lo dispuesto oficialmente por Carlos IV.

Desde ese momento, la Real Audiencia tuvo que aceptar el nombramiento y García Carrasco se trasladó a Santiago junto con su secretario Martínez de Rozas. García Carrasco, sin saberlo, sería el último gobernador español en Chile antes del avance de los libertadores.

Al poco tiempo, la aristocracia empezó a mirar con malos ojos a García Carrasco, a quien se acusaba de no poseer aptitudes para administrar, y de rebajar la dignidad de su cargo relacionándose sin ningún tipo de etiqueta con la gente humilde.

A todo lo anterior, se sumaron hechos donde García Carrasco se vio involucrado, como el asesinato de los tripulantes de la fragata inglesa «Scorpion», y el apresamiento de tres destacados criollos: José Antonio de Rojas, Juan Antonio Ovalle y Bernardo Vera y Pintado.

El Conde de la Conquista

Con el fin de aquietar los ánimos, la Real Audiencia solicitó la renuncia al gobernador García Carrasco, designando en su lugar a Mateo de Toro, decisión que dejó conforme tanto a realistas como a patriotas.

Mateo de Toro Zambrano y Ureta tenía 83 años, y gracias a una gran fortuna, producto de sus actividades comerciales y agrícolas, pudo adquirir el título de Conde de la Conquista.

Pero su avanzada edad, falta de carácter y desconocimiento de los negocios públicos, fueron las razones por las cuales los dos bandos en que estaba dividida la aristocracia colonial querían manejarlo a su antojo.

Dos de sus partidarios, Gregorio Argomedo y Gaspar Marín, lo asesoraron para convocar a un cabildo abierto donde el pueblo decidiera su futuro.

Fue así como el 18 de septiembre de 1810, mientras se desarrollaba el Cabildo de Santiago, la mayoría de los asistentes comenzó a gritar «¡Junta queremos!», como una forma de constituir un gobierno más participativo para defender los intereses del pueblo y mantener la lealtad al rey Fernando VII.

Así, se estableció la Junta Gubernativa del Reino, más conocida como la Primera Junta, un organismo transitorio y de representatividad limitada, pues solo estaba formada por los vecinos de Santiago.

Su mandato se extendería hasta la reunión de un Congreso Nacional que representara al resto de los habitantes del territorio.

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Congreso Nacional. Foto: BCN

Esta junta creó nuevos cuerpos militares, decretó la libertad de comercio y mantuvo contacto con la Junta de Buenos Aires. Es decir, dio los primeros pasos de lo que hoy conocemos como Patria Vieja chilena (1810-1814).

Los integrantes de la Primera Junta fueron: Mateo de Toro Zambrano como presidente; el obispo José Martínez de Aldunate como vicepresidente; Fernando Márquez de la Plata, Juan Martínez de Rozas, Ignacio de la Carrera, Juan Enrique Rosales y Francisco Javier de Reina como vocales, y Gaspar Marín y Gregorio Argomedo como secretarios.

La obra de la Junta

Pese a que la Junta declaró su fidelidad al rey, una de sus principales tareas fue la reorganización del Ejército, ya que se temía un ataque ordenado por el virrey del Perú, para restituir el dominio español.

De hecho, una parte del nuevo Ejército, de 2.500 efectivos, fue enviada a ayudar a los patriotas del Río de la Plata contra las fuerzas realistas, ante la solicitud de la Junta de Buenos Aires.

La reorganización de la milicia estuvo acompañada de nuevos impuestos para el pago, manutención y armamento de la tropa. Además, se suspendió la construcción de obras públicas.

Se decretó la libertad de comercio, esperando que los derechos de aduana le proporcionaran ingresos al nuevo gobierno.

En febrero de 1811, se convocó a elecciones para la formación de un Congreso Nacional.

Comercio exterior de la Patria Vieja chilena 

Tras la formación de la Junta cesaron los envíos de mercadería desde España. Al mismo tiempo, el nuevo gobierno requería obtener ingresos para su sustento. Este fue un proceso clave dentro de la Patria Vieja chilena.

Para resolver ambos problemas (abastecimiento y recaudación fiscal), el 21 de febrero de 1811 se dictó un reglamento que autorizaba el comercio exterior.

Los puertos de Valparaíso, Coquimbo, Talcahuano y Valdivia fueron habilitados para el intercambio comercial con potencias amigas y aliadas de España, y también con las neutrales.

Esta medida permitió subir la recaudación de los impuestos aduaneros. Se liberó de pago a las mercaderías que se consideró contribuirían al desarrollo económico e intelectual del reino.

Primer Congreso Nacional

Debido a que la representatividad de la Junta era limitada, puesto que en su elección solo participaron vecinos de Santiago, se decidió crear el Primer Congreso Nacional.

Este comenzó a sesionar el 4 de julio de 1811, en el palacio de la Audiencia, en la Plaza de Armas de Santiago.

Estuvo integrado por 42 diputados, presididos por Juan Antonio Ovalle, que juraron sostener la religión católica, obedecer a Fernando VII y defender el reino contra sus enemigos interiores y exteriores.

Pero el gobierno del Congreso duró poco: el 4 de septiembre, José Miguel Carrera dio un golpe militar que cambió su composición, quedando en mayoría los exaltados (anhelaban la independencia). Asimismo, se organizó otra Junta de Gobierno.

El 15 de noviembre, Carrera dio un nuevo golpe militar que disolvió el Congreso e implantó una nueva Junta.

Carrera entra en escena

Luego de sofocar un motín encabezado por el coronel español Tomás de Figueroa, el cual exigía la disolución de la junta, esta fortaleció su poder y el Congreso Nacional inició sus sesiones el 4 de julio de 1811.

En este organismo había dos tendencias básicas: la radical, liderada por Juan Martínez de Rozas, que no era parte del Congreso y que deseaba la ruptura con España y la formación de una república, y la reformista, que no quería cambios tan drásticos como los radicales.

Los permanentes conflictos entre estos grupos fueron controlados por un golpe de Estado dirigido por José Miguel Carrera el 4 de septiembre de 1811.

Carrera cambió la composición del Congreso y así se pudo implementar una política reformista más extrema, que se tradujo en decisiones como la legislación creada para dar la libertad de vientre, que consistía en declarar libres a quienes nacían en Chile, a pesar de ser hijos de esclavos y, además, prohibía el ingreso de nuevos.

Sin embargo, no conforme con el nuevo Congreso, Carrera ejecutó otro golpe de Estado, que, en definitiva, puso todo el poder en sus manos.

Durante su gobierno se editó el periódico Aurora de Chile, que promovía las nuevas ideas políticas y se creó la primera bandera nacional.

Además se dictó un reglamento constitucional (1812) que, si bien determinaba la autonomía del gobierno del país, reconocía a Fernando VII como rey; se establecieron relaciones diplomáticas con Estados Unidos y se sentaron las bases para la posterior fundación de la Biblioteca Nacional y del Instituto Nacional.

Contraataque

Cansado de tantas demostraciones independentistas, el virrey del Perú, Fernando de Abascal, envió a Chile, en enero de 1813, al brigadier Antonio Pareja, al mando de un ejército de 4.000 hombres, reclutados en Chiloé y Valdivia, para acabar con las insinuaciones de emancipación de Chile.

Carrera asumió el mando de las tropas que se enfrentaron a las de Pareja en Yerbas Buenas, aunque ninguno de los dos triunfó en esa batalla. Luego, el brigadier español se refugió en Chillán donde, a su muerte, lo sucedió Juan Francisco Sánchez, quien resistió el sitio que le impuso Carrera.

Con posterioridad, Sánchez atacó por sorpresa a los patriotas en El Roble. Carrera se salvó al lanzarse al río Itata; el desastre patriota habría sido total si Bernardo O’Higgins no hubiera reorganizado al ejército y rechazado el ataque. Ante esta situación, la Junta reemplazó a Carrera por O’Higgins en la comandancia del ejército.

Un nuevo contingente realista, esta vez al mando del brigadier Gabino Gaínza, logró apoderarse de Talca. La Junta reaccionó nombrando a Francisco de la Lastra como Director Supremo, para concentrar las acciones de defensa.

Después del tratado de Lircay (1814), elaborado para poner fin a las hostilidades, pero que ninguna de las dos partes respetó, José Miguel Carrera reasumió todo el poder.

Esto no fue aceptado por O’Higgins, quien se enfrentó sin éxito a Luis Carrera en el combate de Tres Acequias. Sin embargo, enterado O’Higgins de que el virrey del Perú había enviado refuerzos comandados por Mariano Osorio, se puso bajo las órdenes de Carrera para impedir el avance español.

Fin de la Patria Vieja

Las fuerzas realistas y patriotas se enfrentaron en Rancagua el 1 de octubre de 1814. O’Higgins resistió todo lo que pudo, pero ante la superioridad numérica debió retirarse, no sin antes atravesar las filas enemigas con solo trescientos hombres.

La derrota de Rancagua acabó con el ejército patriota, que tuvo que retirarse a Mendoza, Argentina, terminando así el período de la Patria Vieja chilena.

La ambición de los carreristas

El 21 de marzo comenzaron a llegar las primeras noticias sobre el desastre que los patriotas habían sufrido en Cancha Rayada. Los rumores indicaban que tanto San Martín como O’Higgins habían muerto en el combate, y que los realistas llegarían pronto a Santiago.

En el mando se encontraba el coronel Luis de la Cruz, en reemplazo de O?Higgins. En ese contexto, los carreristas vieron que era la oportunidad ideal para derribar al gobierno y adueñarse del poder.

Sin embargo, la llegada de O?Higgins, quien fue llamado rápidamente por su ministro Miguel Zañartu, puso fin a esta situación.

Segundo y tercer golpe militar de Carrera

José Miguel Carrera no quedó conforme con la composición del Congreso, por lo que ejecutó un segundo golpe de estado y obtuvo la designación de una nueva Junta de Gobierno, integrada por representantes de las tres provincias: Gaspar Marín por Coquimbo; José Miguel Carrera por Santiago y Juan Martínez de Rozas por Concepción.

Esta Junta no funcionó, y Carrera dio un tercer golpe de estado, producto del cual disolvió el Congreso y quedó gobernando con plenas atribuciones.

Campaña militar de 1814

El virrey del Perú envió a Chile un nuevo contingente de soldados, a cargo del brigadier Gabino Gaínza, que desembarcó en Talcahuano y avanzó hasta Talca sin que O’Higgins pudiera detenerlo.

Con el fin de centralizar las acciones defensivas, la Junta renunció y entregó el mando a un Director Supremo, siendo elegido Francisco de la Lastra.

Las fuerzas patriotas y realistas se enfrentaron en los combates de El Quilo y Membrillar, luego de lo cual iniciaron una marcha paralela hacia Santiago, encontrándose en Cancha Rayada el 29 de marzo, donde Gaínza derrotó a los patriotas.

O’Higgins logró vencer en el combate de Quechereguas, y los realistas se replegaron a Talca.