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Mata atlántica

Con más de un millón 200 mil kilómetros cuadrados de extensión, el bosque atlántico o Mata atlántica se extiende desde el norte de Brasil hacia el interior de Paraguay, el noreste de Argentina y la costa de Uruguay, incluyendo varias islas que se sitúan frente a las costas brasileñas, como el archipiélago Fernando de Noronha.

Posee más de 20.000 plantas, de las cuales sólo el 40% son endémicas. En tanto, la región es el hábitat exclusivo de varios vertebrados amenazados con la extinción, como algunas especies de Tití león (Leontopitecus rosalia) y seis especies de aves que viven solamente en pequeños reductos de los bosques existentes.

Nuevamente, la fragmentación y la destrucción del entorno explican la crítica situación de los organismos que habitan esta zona próxima al océano Atlántico. Durante siglos, las plantaciones de caña de azúcar y de café han deteriorado y arrasado la superficie natural del sector, mientras que, en los últimos años, la expansión de ciudades como Sao Paulo y Río de Janeiro han afectado directa e indirectamente el ambiente, debido a las presiones propias de la urbanización (uso indiscriminado de los recursos, contaminación, etc.).

Cerrado

Corresponde al sector más extenso de sabana ubicado en América del Sur, situado exactamente en la meseta central de Brasil, con más de 2 millones de km2 de superficie. Es el ambiente donde conviven de manera natural osos hormigueros, armadillos gigantes, jaguares y algunas especies de lobos, junto a asociaciones vegetales del tipo matorral, pastizal y bosques leñosos, entre otros.

La sabana de Cerrado, además, se caracteriza por presentar sucesivos incendios espontáneos, los que cumplen una importante tarea: mantener el equilibrio entre las gramíneas y la vegetación leñosa existente en el lugar. Para sobrevivir a los incendios, las plantas poseen raíces modificadas y profundas, una corteza espesa y una rápida capacidad de regeneración, lo que, incluso, facilita el reciclaje de nutrientes.

La extensión de las zonas de cultivos agrícolas, así como también el sobrepastoreo, han estropeado continuamente la región de Cerrado. Solo debemos considerar que casi el 60% de la producción brasileña de soja proviene de esta zona, mientras que del total de cultivos del país es responsable de cerca de un 40%.

Bosque Tumbesino-Chocoano-Magdalénico

Su superficie alcanza diferentes sectores de Colombia, Ecuador y Perú, incluyendo las islas Galápagos. Si bien su extensión es bastante reducida (sólo abarca un poco más de 270 mil kilómetros cuadrados), es posible encontrar en él diferentes ecosistemas, como manglares, desiertos costeros y algunos bosques tropicales. Además, un cuarto de sus especies vegetales son endémicas.

Es un hábitat que alberga una gran riqueza de aves, por lo que la importante organización Bird Life International la clasificó como uno de los dos puntos más significativos y críticos del mundo. Se estima que de un total de 900 especies conocidas, 110 habitan únicamente esta zona y cerca de 21 de estas últimas están en Peligro Crítico de Extinción. Algunos ejemplos son la Pava aliblanca (Penelope albipennis) y la Cortarrama peruana (Phytotoma raimondii).

Entre los principales problemas que afectan a este hotspot están la urbanización y el crecimiento demográfico explosivo, la caza excesiva de grandes mamíferos y aves y la deforestación de los manglares costeros, para la obtención de madera y leña.

Chile central

Se caracteriza como una verdadera isla continental, cuyos límites naturales son el desierto de Atacama, la cordillera de los Andes y el océano Pacífico. El hotspot de nuestro país va desde la costa de Antofagasta a la Región de los Lagos, cubriendo una extensión de 300 km2. Además de la porción continental, se incluyen las islas oceánicas de Santa María e Isla Mocha.

Posee una rica diversidad en cuanto a flora y fauna. Especies como el copihue (Lapageria rosea), la Araucaria (Araucaria araucana), el Alerce (Fitzroya cupressoides), el Gato andino (Oreailurus jacobita) y el Cóndor (Vultur gryphus) son endémicos de la región y se encuentran bajo distintos rangos de vulnerabilidad respecto de su conservación.

De norte a sur se suceden ecosistemas únicos, como el desierto florido o la selva valdiviana, que maravillan por las asociaciones vegetales que allí florecen, únicas en el mundo. Lamentablemente, en todas estas zonas el sobrepastoreo, el desarrollo urbano y la introducción de especies invasoras han afectado la supervivencia tanto de especies vegetales como animales, poniendo en serio riesgo el equilibrio de cada uno de los ecosistemas.

Andes Tropicales

Señalada como la zona más rica y diversa de nuestro planeta. No solo sorprende por ser el ambiente natural del único oso que habita en América del Sur, el Oso de anteojos (Tremarctos ornatus), sino que también asombra por contener la mayor variedad de anfibios del mundo, con 664 especies diferentes (de las cuales 450 están en peligro de conservación).

También es el hábitat para una de las plantas vasculares más maravillosas, ya que requiere más de 100 años para madurar, conocida comúnmente como Puja y que pertenece a la familia Bromeliaceae.

A pesar de conservar cerca del 25% de su hábitat natural, este hotspot debe enfrentar los problemas que acarrean la minería, la extracción de madera, la exploración petrolera y los cultivos de plantas para fabricar narcóticos. En tanto, los bosques que allí se ubican han debido enfrentar el irreparable daño que ocasionan la construcción de centrales hidroeléctricas, la conversión de pastos naturales en alimento para la ganadería y la introducción de algunas especies invasoras, como la Rana toro americana (Rana catesbeiana).