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El transbordador Columbia fue la primera nave reutilizable de la NASA que voló al espacio. El proyecto Space Shutte (transbordador espacial) se inició en 1972 con la construcción de un nuevo Sistema de Transportes Espacial que reemplazaría los viajes al espacio en cohetes que no podían ser reutilizables.

El Columbia, con la descripción oficial de OV-102, llevaba el nombre del barco estadounidense que en 1792 partió de Boston para investigar el delta del río Columbia. Este mismo nombre llevaba uno de los primeros barcos estadounidenses que dio la vuelta al mundo y la cápsula de mando del Apollo 11, la nave en que viajaron los astronautas Neil Armstrong y Edwin Aldrian, los primeros en pisar la Luna, en julio de 1969.

La primera misión del Columbia fue el 12 de abril de 1981, cuando la nave despegó desde Cabo Cañaveral (Florida), en una misión al mando de John Young y Robert Crippen, que inauguró una nueva etapa en la exploración del espacio.

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Por primera vez, el ser humano podía viajar al espacio en un vehículo que podía ser empleado una y otra vez. A diferencia de los cohetes portadores, de los cuales sólo regresa a la Tierra una pequeña cápsula de aterrizaje, los transbordadores pueden aterrizar sobre una pista, como si fuesen aviones.

El Columbia, que tenía unos 37 metros de altura, fue el primero de una serie de transbordadores que reimpulsaron la carrera espacial estadounidense: el Challenger (1983-1986), el Discovery (1984), el Atlantis (1985) y el Endeavour (1992).

Dentro de sus hitos, está el de la misión más larga que ha efectuado la NASA. El 19 de noviembre de 1996, el Columbia despegó para orbitar la Tierra durante 17 días, 15 horas y 53 minutos.

En 1999, fue este transbordador el que llevó al espacio el experimento chileno de las «chinitas», diseñado por alumnas del Liceo 1 de Niñas.

Última misión

La última misión del Columbia se designó como STS-107, y tuvo lugar entre el 16 de enero de 2003 y el 1 de febrero de 2003.

Con casi 22 años, y una vida útil que culminaría recién en 2010, el Columbia realizaba su vigésimo octava misión, la que correspondía, también, a la primera misión estadounidense en los últimos tres años.

En el momento del despegue, el orbitador recibió un impacto en la parte inferior del ala izquierda, provocado por el desprendimiento de un trozo de espuma de poliuretano, aislante del tanque externo. El impacto ocurrió entre los 81-82 segundos después del lanzamiento. Según los estudios de la NASA, el fragmento tenía un tamaño de 20 x 16 x 6 pulgadas (50 x 40 x 15 centímetros), y un peso de aproximadamente 1 kg, y pudo haber golpeado el ala a unas 500 millas por hora (805 km/h); la fuerza del impacto se calculó en casi una tonelada. El golpe producido en forma tangencial perforó un par de paneles detrás del borde de ataque, cerca del pozo del tren de aterrizaje. El accidente no fue percibido por los tripulantes ni tampoco durante la misión. Control de misiones, al parecer, estuvo al tanto del desprendimiento del resto, pero desestimó el alcance del evento.

El problema se materializó durante el reingreso a la atmósfera terrestre. Debido al impacto de este fragmento se desprendieron losetas de protección térmica cerca del tren de aterrizaje; de esta manera entró el calor abrasivo del plasma que se forma durante la reentrada a la atmósfera, ocasionando la destrucción por fusión de la estructura interna del ala izquierda, lo suficientemente grande como para producir una desestabilización y desprendimiento. Durante el reingreso, los sensores térmicos detectaron un aumento inusual de temperatura en la región del impacto. Debido a esto, el ala finalmente se desprendió, ocasionando que el transbordador girara violentamente sobre sí mismo, deshaciéndose estructuralmente.

A las 07:59:32 hora central de Estados Unidos se perdió la comunicación con el Columbia; pocos minutos después los noticieros del mundo empezaron a transmitir imágenes del orbitador desintegrándose mientras surcaba los cielos de Texas, Estados Unidos, con lo cual se daba parte de la pérdida del Transbordador y la muerte de sus siete astronautas.

Después de ese momento detuvieron los viajes al espacio para revisar cuáles fueron los fallos del mismo transbordador y de los demás. Después de dos años de revisión y de supervisión a los transbordadores, se reinició su actividad con el lanzamiento del transbordador espacial Discovery.

Además de ser considerado como el más emblemático de los transbordadores, el Columbia se transformó en el primero en sufrir un accidente durante el aterrizaje en los 42 años de vuelos espaciales de la NASA. El último accidente de proporciones similares ocurrió el 28 de enero de 1986 cuando el Challenger explotó 73 segundos después de su despegue. En la ocasión, también murieron siete astronautas.