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Unas horas después de anunciar la muerte del secretario general del Partido Comunista (PC), Konstantin Chernenko, en marzo de 1985, el politburó (Comité Central) nombró en este puesto a Mijail Gorbachov.

La situación político-económica del bloque soviético a la que se enfrentaba este nuevo líder era, en general, lamentable: tras largos años de estancamiento, la economía estaba al borde de la bancarrota y la sociedad se encontraba inmersa en una verdadera crisis moral, caracterizada por la falta de compromiso ideológico.

El creciente costo de los sistemas de defensa modernos hizo que cada vez fuera más difícil para la URSS seguir en la carrera armamentista con Estados Unidos sin tener que reducir los estándares de vida, que ya se habían estancado en gran parte de la nación.

Para Gorbachov, la necesidad de un acercamiento hacia los EE.UU. era evidente y urgente.