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En la segunda mitad del siglo XVIII, entre 1760 y 1780, en Gran Bretaña se produjo una serie de acontecimientos, cuyos orígenes se encuentran en el siglo anterior, y que desembocaron en lo que se conoce como Revolución Industrial. Este proceso, que después se extendió por Europa, se caracterizó por progresos técnicos y científicos que tuvieron un enorme impacto en la estructura productiva y en la organización social de la época.

A fines del siglo XVII, la producción agrícola se incrementó considerablemente, gracias a las mejoras técnicas. Surgió la propiedad privada y un incipiente capitalismo –las ganancias les permitieron ahorrar o acumular capital, para invertir– que favoreció solo a un grupo minoritario de la población. Al servicio de los anteriores, surgieron los obreros asalariados.

El progreso económico, que trajo consigo mejoras sanitarias, avances médicos, un aumento en la oferta de trabajo, un descenso en la edad matrimonial –que permitía tener más hijos– y una mejor nutrición, que disminuyó el índice de mortalidad infantil, provocó una explosión demográfica. Desde la primera mitad del siglo XVIII al 1800, los británicos pasaron de ser 5,5 millones de habitantes a doce millones.

Como una reacción en cadena, durante la segunda mitad del siglo XVIII el crecimiento acelerado de la población ocasionó un aumento del consumo, que hizo necesario el desarrollo de la técnica para generar una producción masiva de bienes.

Transporte y comunicaciones

Surgieron nuevos medios de transporte, como el barco a vapor (Robert Fulton, 1807) y el ferrocarril (Richard Trevithick, 1804), derivados de la máquina a vapor desarrollada por James Watt entre 1765 y 1790. La primera línea de ferrocarril se inauguró en Gran Bretaña en 1825.

La primera imprenta a vapor se utilizó en el diario londinense «Times».

En 1800, Gran Bretaña había construido más de mil kilómetros de canales que unían los principales puertos, Liverpool, Bristol y Londres. Además, se estaban mejorando las calzadas, gracias a un sistema de pavimentación inventado por J.L. McAdam. Estos adelantos permitieron una mejora del transporte y el correo, los que se facilitaron aún más con el ferrocarril y los barcos a vapor.

Los primeros equipos eléctricos para transmisión telegráfica fueron desarrollados por Samuel Morse en 1837.

Posteriormente, en la llamada Segunda Revolución Industrial, que se inició en 1860, fueron creados la máquina de escribir (1874), el automóvil a gasolina (Karl Benz, 1885), el avión (Orville y Wilbur Wright, 1903), el teléfono (Alexander Graham Bell, 1876 ), el fonógrafo (Thomas Alva Edison, 1877), el tranvía eléctrico (1879), el gramófono ( Emile Berliner 1888), la locomotora eléctrica (1895), el cinematógrafo (Auguste y Louis Lumiére, 1895), la radio y la telegrafía sin hilos (Guillermo Marconi, 1895), y la televisión (John Logie Baird, 1926).

Recursos

Se ocuparon nuevas materias primas, como el hierro, y nuevas fuentes de energía, lo que repercutió en el auge de la minería del carbón. También se empezó a utilizar el gas. En 1799, fue patentada la primera estufa a gas; en 1802 se inventó la cocina a gas, y en 1807 en Inglaterra se inauguró el alumbrado público a gas.

En 1879, Thomas Alva Edison desarrolló la primera ampolleta o bombilla eléctrica. Con la segunda revolución se inventó el proceso para producir acero (Henry Bessemer, 1856) y se utilizó la electricidad y el petróleo.

Comercio y sistema financiero

La tierra dejó de ser la fuente fundamental de la riqueza, al ser sustituida por el comercio, especialmente el internacional. Además, hubo importantes avances en la producción industrial y manufacturera.

A fines del siglo XVIII, en Londres existían varias decenas de bancos, que establecieron sistemas de crédito para financiar el nacimiento de las industrias y el comercio.

Inicialmente, Gran Bretaña mantuvo el monopolio de la industrialización, impidiendo la exportación de máquinas, trabajadores especializados y técnicas de manufacturas; pero las expectativas del comercio exterior incentivaron a los inversionistas locales a incursionar en el extranjero. Los pioneros fueron William y John Cockerill, que llevaron los avances a Bélgica.

Industria

Al principio, la industria se organizó como régimen familiar y se concentró en el área textil, cuya mano de obra eran los campesinos que se desplazaban a las ciudades.

Entre 1760 y 1830, en Gran Bretaña se produjo un gran crecimiento industrial, siempre liderado por la industria textil.

En pleno siglo XIX se desarrolló la industria siderúrgica (metales) y la minería del carbón, y se perfeccionaron las máquinas a vapor.

El resto de Europa demoró en sumarse a la industrialización. El país más avanzado después de Gran Bretaña fue Francia, que entre 1815 y 1848 desarrolló sus industrias.

Alemania logró despegar a partir de 1870. Estados Unidos y Japón se sumaron durante la segunda mitad del siglo XIX.

Conformación de la sociedad

Con la industrialización debutó la sociedad de clases, encabezada por los poseedores de la riqueza (banqueros, comerciantes e industriales) y los propietarios de la tierra.

Paralelamente, surgió el mundo obrero industrial. A lo largo del siglo XVIII se produjo una enorme migración campo-ciudad, en busca de mejores oportunidades en las fábricas e industrias. El exceso de obreros en las ciudades dio origen a una nueva clase social, conocida como proletariado (ver recuadro). Este grupo debía soportar duras condiciones de trabajo, horarios interminables e incluso el trabajo infantil, a cambio de escasos salarios que apenas les permitían sobrevivir.

Entre los dos grupos mencionados se encontraba la clase media, que fue creciendo lentamente, dedicada al comercio y a actividades profesionales.

La especialización

El funcionamiento de las industrias y las fábricas implicó una nueva organización del trabajo, basada en la división de las funciones laborales y la especialización en tareas específicas, a diferencia del trabajo artesanal en que una persona hacía el trabajo completo. Se trataba del operador de la máquina, sujeto a la disciplina de la fábrica y a la producción en cadena.

El proletariado

Este término, de origen romano, se usó en tiempos de la República para designar a los ciudadanos libres cuya única propiedad era su prole (hijos). Con la industrialización inglesa se volvió a utilizar el término. El proletariado se constituyó en una de las clases que conforman la sociedad capitalista. Sus integrantes carecen de propiedad sobre los medios de producción y se ven obligados a vender su fuerza de trabajo para obtener los medios de subsistencia. El proletariado fue constituyéndose cuando las fábricas manufactureras sustituyeron a la producción artesanal. A causa de la competencia, los artesanos se vieron obligados a separarse de sus medios de trabajo y a ofrecerse como obreros. Asimismo, los propietarios de pequeños terrenos debieron dejarlos y vender su fuerza de trabajo a los propietarios de las manufacturas. La situación empeoró con la transformación de la manufactura en gran industria, mediante la mecanización o introducción de maquinaria. Esto se tradujo en un aumento del desempleo y el descenso de los salarios.

¿Sabías que?

Robert Fulton, el mismo creador del barco a vapor, ideó el primer submarino, llamado Nautilus. En 1801 se realizó la primera prueba, y el artefacto se mantuvo bajo el agua casi una hora. Los inventos que permitieron el auge de la industria textil fueron: la máquina de hilar de James Hargreaves (1764), la hiladora hidráulica de Richard Arkwright (1769) y el telar mecánico de Edmund Cartwright (1785).


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