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Medición de los sismos

Los sismos tienen dos escalas de medición que marcan su magnitud e intensidad:

Escala de Richter: es una escala usada para medir la magnitud de un sismo. A través de ella, se puede conocer la energía liberada en el hipocentro. De acuerdo con esta escala, un sismo tiene un único valor, que va desde el grado 1 hasta el 9:
Menos de 3,5: apenas se aprecia el movimiento, pero queda registrado.
3,5 – 5,4: casi siempre se siente, pero solo causa daños menores.
5,5 – 6,0: deja pequeños daños en edificios.
6,1 – 6,9: puede ocasionar gran destrucción en áreas muy pobladas.
7,0 – 7,9: causa severos daños y destrucción.
8 o mayor: destrucción total.

Escala de Mercalli: representa la violencia con que se siente un sismo en la zona afectada. Mide la intensidad o los daños sobre las construcciones y el impacto que produce en las personas. Se determina de acuerdo a una escala que va desde el grado 1 hasta el 12. Por ejemplo, el primer grado corresponde a los movimientos que solo perciben los aparatos sísmicos y el grado 12 a las vibraciones más catastróficas.

Efectos de los sismos

Los daños que provoca un movimiento sísmico pueden variar dependiendo de su magnitud:

– Destrucción de viviendas y edificios: es considerado el efecto más grave, porque el costo ocial es muy alto.

– Destrucción de infraestructura (carreteras y puentes): causa un impacto importante en la conomía, ya que impide que la región afectada reciba bienes, como alimentos y servicios ásicos.

– Daños diversos al suelo: entre los más graves están las fracturas y la licuefacción (el terreno e comporta como arenas movedizas o bien presenta lodo). Por ejemplo, los volcanes de rena que se formaron por causa del terremoto de Limón, en 1991 (Costa Rica).

– Deslizamientos o derrumbes: provocan graves daños a la naturaleza, viviendas, edificios, arreteras, puentes, tendido eléctrico, etc.