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Jóvenes

El 70% de los niños dice que sus derechos son respetados, pero un 23,5% siente que se le discrimina por su forma de ser.

Aunque lleguen primero los atienden últimos (30%), los insultan o tratan mal en la calle sólo por ser niños o adolescentes (22%) y los han molestado o acosado (20%) en más de una ocasión. A 20 años de que Chile firmara la Convención de los Derechos del Niño, el espacio público y social es donde los niños chilenos se sienten más discriminados. Pero no el único.

Un estudio realizado por Unicef en más de 1.800 niños de entre 10 y 17 años de la capital, muestra que aunque en sus hogares se respetan sus derechos -tienen libertad para decidir desde la música que escuchan hasta sus amistades (70%) y pueden expresar ideas libremente (73%)-, hay un 20% que se siente poco escuchado o considerado por sus padres y un 11,4% dice que aunque puede expresar sus ideas frente a ellos, «casi siempre me recriminan o se ríen de mí», cifra que llega a un 15,6% en el caso de sus profesores.

«Que siete de cada 10 niños sientan que son escuchadas y consideradas sus opiniones sin duda es una cifra positiva. Estudios anteriores han mostrado con mucha fuerza que una de las cosas que más reclaman los niños es que quieren ser escuchados, por lo tanto hay un avance. Pero eso no quita que aún en el colegio o la casa existan importantes áreas donde avanzar, como que se haga diferencia en los niños por sus notas o su forma de ser», dice Soledad Larraín, sicóloga consultora de Unicef.

Para la experta es común que en el país no se valide la opinión de los niños incluso en ámbitos donde son los principales implicados, como en educación o la reforma al Sename.

Las cifras muestran que las niñas tienen mejores resultados cuando intentan que sus padres les pongan atención. «Talvez no tienen que ver los padres», advierte Ladislao Lira, sicólogo clínico infanto juvenil. «Lo que pasa es que las mujeres son más comunicativas y se hacen escuchar más que los niños. Los hombres son más de acción». Sin embargo, a ellas se les restringe más su libertad para escoger con quién pololean, los lugares donde van, cuánto tiempo pueden ausentarse de la casa y los sitios en que navegan por internet, un punto que comparten con los niños más pequeños.

¿Aspecto físico? La mayoría dice que sus padres les dan libertad para elegir el largo o el color de su pelo, así como la ropa. Las restricciones están en el uso de tatuajes y piercing, donde un 24% de los jóvenes afirman no poder decidir si los usan.

Las notas, en tanto, siguen siendo la medida en que los niños se sienten o no valorado por sus padres. Un 36% dice que se ha sentido mirado en menos por ellos o pasado a llevar por sus calificaciones escolares, lo que se condice con un estudio anterior de Unicef donde el rendimiento escolar aparecía como la principal fuente de gratificación y castigo para los niños, por lo tanto de orgullo o culpa. En definitiva, perciben que «sacarse buenas notas» es lo que más les importa a sus padres y para los hijos el tema se transforma en un fin.

Derecho a cuestionar

No es un misterio que el matonaje escolar ha aumentado en los últimos años. De allí que no llame del todo la atención que un 30,5% asegure haberse sentido rechazado en su escuela por «su forma de ser» o alguna característica física (23%), sus notas (17,6%) o ser gordo o flaco (16,1%). Tampoco que sean los compañeros de curso o de otros grados quienes los hacen sentir así. Lo que sí llama la atención de Unicef es que un 13% sindique a su profesor como la persona que lo «mira en menos» y que un 17,2% señale que no le interesa plantear ideas o pensamientos propios en el ámbito escolar porque sienten, de antemano, que no van a ser escuchados ni considerados. «Los niños se sienten con más derecho a ser escuchados y, por lo mismo, a cuestionar a quienes no lo hacen. En el colegio hay esa libertad», dice Lira.

Tales conductas se replican en el ámbito público. Un 36% se queja de que sólo por ser menores de edad se les atiende último, aunque lleguen primeros, se les maltrata en la calle o se les acosa. Para Larraín, tiene que ver con nuestra sociedad adultocéntrica. «No me imagino en Buenos Aires a alguien pidiéndole el asiento a un niño en el transporte público. Aquí nadie se para a darle el asiento a un menor, porque nos cuesta ver las necesidades de los niños», concluye Larraín.

Amigos y tiempo libre

Conversar sobre temas que les interesan (76%), escuchar música (74,5%) hacer deporte (65,7%) y música (35,6%), realizar actividades sociales (32%), compartir su fe o religión (25,4%) o actividades políticas (14,8%) son las cosas que más hacen con sus amigos. Los niños mencionan con mayor frecuencia las actividades deportivas y sociales, mientras que las niñas se juntan más a conversar y escuchar música. Respecto de los lugares donde se divierten o recrean la mayoría (sobre 70%) lo hace en casa de familiares o centros comerciales y mall, mientras que solo un 21% en bibliotecas.

¿Cómo se comunican con sus amigos? Un 84,3% en Messenger, un 83,6% en Facebook y un 51% por grupos de internet. Pero no pierden el contacto cara a cara, el que realizan en su casa o de algún amigo (80,6%), en la calle (70%) o en un mall o cine (52%).

 


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