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La densificación de las ciudades es un fenómeno que aumentó entre los siglos XIX y XX, como consecuencia del proceso industrializador, en especial en lugares como Europa, Japón, Estados Unidos y Australia. Esta situación se debió a la mecanización de la agricultura, que disminuyó la necesidad de mano de obra en el sector rural; y a las nuevas actividades generadas en el sector industrial y de servicios.

Durante la segunda mitad del siglo XX, el proceso de densificación urbana (concentración humana en un territorio) aumentó en ciudades de Asia, África, Centroamérica y Sudamérica. Según estimaciones, este es un fenómeno que continuará su incremento todavía en las primeras décadas del presente siglo, ya que se espera que un 83 por ciento del crecimiento demográfico mundial tendrá su origen en las ciudades.

¿Somos un planeta sobrepoblado?

A pesar de los alarmantes pronósticos sobre el aumento de la población, lo cierto es que nuestro planeta no está sobrepoblado. Sin embargo, no se puede negar la existencia de áreas altamente densificadas y problemas derivados de ello, como la pobreza, el hambre, el deterioro del medio ambiente y las enfermedades. Aunque no son extensivos en todo el mundo, afectan a un gran número de personas. Veamos algunos de ellos:

  • La pobreza: es una de las más devastadoras consecuencias de la densificación humana, en especial en naciones cuyo crecimiento es más acelerado, como los países africanos, asiáticos y latinoamericanos, muchos de los cuales poseen economías deficitarias e incapaces de satisfacer las necesidades básicas de la población.
  • El suministro de alimentos: según estudios de la FAO, la población ha estado creciendo más rápido que el suministro de alimentos. Como consecuencia de esto, se han degradado, o perdido su capacidad productiva, unos 2 millones de hectáreas de tierra arable.
  • Salud pública: la propagación de enfermedades es mucho más frecuente en ciudades con altas concentraciones de personas.
  • Medio ambiente: se han producido diversos problemas por causa de la intervención del paisaje natural. Entre estos encontramos la contaminación del aire y del agua; la pérdida de casi la mitad de la cubierta forestal original del mundo; la extinción de especies vivas y los cambios climáticos mundiales.

Algunas fuentes señalan que no solo no existe una sobrepoblación, sino que la humanidad está experimentando una implosión demográfica; es decir, una contracción en el crecimiento de la población. Esta implosión se debe a un fuerte movimiento en pro del control demográfico mundial, que data de las últimas décadas, donde países desarrollados y agencias internacionales han invertido millones de dólares en campañas para el control de la población, en especial en los países en desarrollo. Los siguientes datos dan cuenta en parte de esta situación:

  • En 1952 se fundó en Bombay la Federación Internacional de Planificación de la Familia (IPPF), la organización que más promueve el control de la natalidad mediante diversos métodos.
  • El gobierno de los Estados Unidos ha otorgado millones de dólares en fondos al Banco Mundial; a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y a organismos de la ONU, como el Fondo para la Infancia (Unicef), la Organización para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), que luego han sido utilizados para el control de la población.
  • El Fondo de Población de las Naciones Unidas otorga recursos al gobierno chino para controlar la natalidad. En la actualidad, China tiene una tasa de nacimientos de solo 1,8 por ciento anual.
  • Países como Japón, Canadá, y los de la Unión Europea, también han estado promoviendo el control de la población y la anticoncepción a nivel mundial, sobre todo a través de las conferencias de las Naciones Unidas (ONU), como las celebradas en Bucarest en 1974, México en 1984 y El Cairo en 1994.

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