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Giovanni Francesco Bernardone nació en Asís, en el seno de una acaudalada familia. Durante su juventud Francisco llevó una vida mundana y despreocupada. Tras una batalla entre Asís y Perugia estuvo encarcelado un año en esta ciudad. Mientras estuvo prisionero sufrió una grave enfermedad durante la cual decidió cambiar su forma de vida.

A su regreso a Asís en 1205 ejerció la caridad entre los leprosos y comenzó a trabajar en la restauración de ruinas de iglesias en respuesta, según se dice, a una visión en la que el crucifijo de la iglesia en ruinas de San Damián en Asís le ordenó que reparara su casa. El cambio de carácter de Francisco y sus gastos en obras de caridad enfurecieron a su padre, que le desheredó de forma legal. Francisco entonces renunció a su lujosa ropa por una capa y dedicó los tres años siguientes al cuidado de los leprosos y los proscritos en los bosques del monte Subastio.

Para sus oraciones en el monte Subastio, Francisco restauró la ruinosa capilla de Santa María de los Ángeles. En el año 1208, durante una misa, escuchó una llamada diciéndole que saliera al mundo y, siguiendo el texto de Mateo 10, 5-14, «no poseyera nada pero hiciera el bien en todas partes«.

Orden franciscana

Cuando regresó a Asís ese mismo año, empezó a predicar, provocando la renovación de la espiritualidad cristiana del siglo XIII. Reunió a los 12 discípulos que se convertirían en los hermanos originales de su orden, más tarde llamada la Primera Orden y eligieron superior a Francisco.

En 1212 recibió a una joven (una monja de Asís de buena cuna) llamada Clara, en la comunidad franciscana; a través de ella se estableció la orden de las damas pobres (las clarisas, más tarde Segunda Orden franciscana).

Fue después, en 1212, cuando es probable que Francisco emprendiera camino de Tierra Santa, pero una tempestad le obligó a volver.

Otras dificultades le impidieron cumplir gran parte de la labor misionera cuando llegó a España a evangelizar a los musulmanes. En 1219 se encontraba en Egipto, donde pudo predicar aunque no consiguió convertir al sultán. Francisco viajó después a Tierra Santa permaneciendo allí hasta el año 1220. Quería ser martirizado y se alegró al saber que cinco monjes franciscanos habían muerto en Marruecos mientras cumplían sus obligaciones. A su regreso encontró oposición entre los frailes y renunció como superior, dedicando los años siguientes a planear lo que sería la Tercera Orden franciscana, los terciarios.

Los estigmas

En septiembre de 1224, tras cuarenta días de ayuno, Francisco estaba rezando en el monte Alverno cuando sintió un dolor mezclado con placer, y las marcas de la crucifixión de Cristo, los estigmas, aparecieron en su cuerpo.

Los relatos sobre la aparición de estas marcas difieren, pero parece probable que fueran protuberancias nudosas de carne, parecidas a cabezas de clavo. Francisco fue llevado de regreso a Asís, donde pasó los años que le quedaban marcado por el dolor físico y por una ceguera casi total.

Sus sufrimientos no hicieron disminuir su amor a Dios y a la creación como queda de manifiesto en su «Cántico de las criaturas«, que se cree fue escrito en Asís en 1225, en el que el sol y el resto de la naturaleza son alabados como hermanos y hermanas, y el célebre incidente predicando a los gorriones, representado en numerosas ocasiones. Fue canonizado en 1228.

Patrono de los ecologistas

En 1980 el papa Juan Pablo II le proclamó patrón de los ecologistas. En arte, los emblemas de san Francisco son el lobo, el cordero, los peces, los pájaros y los estigmas. Su festividad se celebra el 4 de octubre.

Fuente: Enciclopedia Microsoft Encarta.