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Este escritor y cronista peruano es uno de los mejores prosistas del renacimiento hispánico. Su visión del Imperio de los incas es fundamental en la historia colonial, y en ella brinda una imagen armoniosa, artísticamente idealizada y emocionalmente intensa del mundo precolombino y de los primeros años de la conquista.

Nació en el Cuzco el 12 de abril de 1539, antigua capital del imperio incaico y era hijo natural pero noble por ambas ramas: su padre fue el conquistador español Sebastián Garcilaso de la Vega y Vargas, vinculado a ilustres familias, y su madre la ñusta (princesa) inca Isabel Chimpo Ocllo, perteneciente a la corte cuzqueña.

Dominaba las lenguas española y quechua, por ser mestizo. Realizó estudios de las lenguas y de la historia, con una visión cristiana. Fue un entusiasta lector, lo que consolidó su haber cultural.

Escuchó tradiciones y relatos de los tiempos del esplendor inca y asistió a las primeras acciones de la conquista del Perú y las guerras civiles entre los conquistadores; resumió esa visión del fin de una era y el comienzo de otra muy distinta en una frase famosa: «Trocósenos el reinar en vasallaje«.

Sin derecho a usar el nombre de su padre (llevaba el de Gómez Suárez de Figueroa), de naturaleza tímida y reservada, la formación intelectual del Inca fue lenta.

Su obra la escribió completamente en España, viaje que inició en 1560 con el propósito de reclamar el derecho a su nombre (entre sus antepasados ilustres se encontraban el poeta Garcilaso de la Vega, Jorge Manrique y el marqués de Santillana), lo que consiguió, y a él agregó orgullosamente el apelativo Inca, por el que se le conoce.

Se estableció en la localidad cordobesa de Montilla (1561), ciudad en la que gozó de la protección de sus parientes paternos, y luego en Córdoba (1589), donde se vinculó a los círculos de humanistas españoles y se dedicó al estudio y la investigación que le permitirían escribir sus crónicas.

La obra completa de El Inca se compone de poco más de 4.000 versos que forman tres eglogas, 38 sonetos, dos elegías, cinco canciones y una epístola. La mayor parte de sus composiciones tratan el tema amoroso pero no a la manera medievalista o tradicional castellana del romance, sino como un concepto lírico abstracto, de ideal de belleza, de creación artística.

Se inició en la vida literaria en 1590, con la notable traducción de los Diálogos de amor de León Hebreo, a partir del original italiano. Su primera crónica, La Florida del Inca (1605), epopeya en prosa, nada tiene que ver con el Perú sino con la conquista de la península de ese nombre (actualmente parte de Estados Unidos) por Hernando de Soto, pero prueba las altas virtudes del Inca como prosista y narrador.

Su obra máxima son los Comentarios reales, cuya primera parte (1609) trata de la historia, cultura e instituciones sociales del Imperio inca; en tanto que la segunda, titulada Historia general del Perú (publicada póstumamente en 1617), se ocupa de la conquista de esas tierras y de las guerras civiles.

Falleció en Córdoba el 23 de abril de 1616, a los 77 años.


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