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Se detuvo un segundo, algo había olvidado, corrió rápidamente hacia su hogar en busca del dinero para las compras del supermercado.  Aquel día cumpliría un nuevo año su madre, que a pesar de sus 70 lucía una piel esbelta y fortalecida. No quiso pensar en detalles minuciosos, no era motivo para tanta preocupación, creía él.

En el trayecto pensó en su hijo que está por nacer, un tan anhelado presente, lo llamaré como mi padre, comentaba para sí. Pasó también por su colegio de secundaria, recordó las aventuras y travesuras realizadas con sus compañeros, recordó en cierta ocasión, cuando antes de comenzar la clase de ciencias después del recreo, dejó caer en la mochila de una de sus compañeras dos decenas de horripilantes cucarachas, el escándalo llegó a tal proporción que la muchacha desmayó de súbito.  Fue él mismo quien la socorrió útilmente, gracias a los conocimientos de primeros auxilios que le enseñó su padre. En fin, han pasado casi 10 años de aquel incidente, no pudo evitar esbozar unas carcajadas.

Estacionó su vehículo al frente del supermercado, eran las 10 de la mañana y notaba una masiva concurrencia, como era de costumbre.  Comenzó a recolectar detenidamente las mercaderías pensando en el asombro que su madre tendría al ver el obsequio de su hermano mayor, era impresionante.

Entre tanto tedioso paseo cotidiano, un ruido ensordecedor cambio las pasivas miradas transeúntes por desgarradoras miradas de dolor, un imponente estallido, que hizo sucumbir las sólidas paredes del centro comercial que ahora no eran más que árido polvo; él se encargó de prestar ayuda a las vidas que luchaban por mantener una gota de existencia, mientras daban aviso a las autoridades pertinentes, él se preocupó por menguar el dolor de las víctimas inocentes; sus conocimientos de primeros auxilios fueron altamente eficaces.

Fue inconcebible la medida de brutalidad que surgió del ser humano, una bomba, supusieron a cabalidad, es obra de terroristas, replicó un oficial; qué tendrán en sus mentes, afirmaba una anciana, todo es tan confuso, pensaban. Una vez ya controlada toda la tragedia, satisfecho y esbozando una sonrisa, se determinó nuevamente a cumplir su cometido, las compras; sin embargo, se detuvo un segundo, hasta que comprendió que aquel día, inesperadamente, había muerto.


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