Pobre Rocío,
llora por un amor.
Tanto llora,
que las lágrimas se van de voluntad.
Pobre Rocío,
su amor la dejó tan triste
y triste llora de desilusión.
Pobre Rocío,
llora por un autobús,
sin querer queriendo lo chocó.
Pobre Rocío,
llora por el autobús
que su padre le regaló
con mucho amor.
Pobre Rocío,
llora por un perrito,
que atropelló con el autobús.
Pobre Rocío,
hoy llegó con lágrimas en la cara
por el pobre perrito
que su novio le regaló,
tan descuidada se le escapó,
y de un sólo golpe lo mató.
Esta Rocío tan mala suerte tiene,
de puro llorar se levantó,
se miró al espejo y vio…
Pobre Rocío,
se le perdió el anillo
que su prometido le regaló.
Lloraba y lloraba, nada pasaba,
al anillo ni siquiera lo buscaba,
ni menos lo encontraba.
El día de la boda se le olvidó,
se levantó treinta minutos después.
El vestido buscó,
¡el vestido! gritó.
De pura olvidadiza,
se le olvidó que en su armario
polillas guardó,
y el vestido roto encontró.
Se puso otro,
el de su madre, que en un baúl guardaba,
se lo puso, pero chico le quedó.
Fue a la iglesia y se casó,
pero al poco tiempo después,
Rocío murió.
Ella lloró más que todos,
pero se encontró con su perrito
y en el cielo lo cuidó.
Por: Antonia Bañados, 10 años.
Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor