Oh! mi osito, mi corazoncito,
tan hermoso como un atardecer.
Cómo desearía mecer,
tu frágil cuerpo bebé, en mi acogedora silla,
y te veo con amor en nuestra hermosa villa.
Mientras se congela mi aliento,
te abrazo a mi cuerpo,
para protegerte
de este frío momento.
El cálido verano
y la florida primavera,
ya pasaron, por suerte,
no se las robaron.
Además del otoño,
que no se queda mudo,
con sus hojas secas
y árboles desnudos.
Se fueron con tristeza
por dejarte a ti
mi pequeña belleza.
Por: Bárbara Ureta, 10 años. De San Antonio, V Región.