Habia una vez una hermosa princesa hija de una bellísima reina y un poderoso rey, a la princesa llamada Desideria le gustaba escribir cuentos hermosos e infantiles de fantasía. Un día, cuando estaba cenando la familia real Desideria decidió decirle a su padre que le gustaba crear cuentos y que en su futuro podría ser una muy buena escritora. Pero su padre le dijo que ese era un sueño que nunca se iba a cumplir porque ella estaba destinada para guiar una nación y no llenar de mariposas a una nación.
Desideria se sintió muy mal por lo que le dijo su padre, pero ella no se dio por vencida y le pidió a su madre que la ayudara a conversar a su padre que a Desideria le gustaba escribir cuentos infantiles y que era lo que más le gustaba hacer y que era su pasión.
Su madre le dijo que sí y que la apoyaría en todo porque si era realmente lo que quería debía seguir ese sueño y no hacer caso a su padre.
Finalmente el rey comprendió que a Desideria le gustaba mucho crear aquellos cuentos y cuando leyó una de ellos quedó impresionado por su excelente trabajo, pues eran cuentos realmente bellos y pidió a la editorial más cotizada que publicara aquel libro de cuentos para niños.
Y así, Desideria fue la escritora más cotizada de su nación y de su continente ya que sus libros eran realmente bellos.