Cuando Diego vio por primera vez a Camila, su nueva compañera de curso, de inmediato se sintió atraído hacia ella. Pero cuando trataba de acercarse, para así al fin hablarle, ella se alejaba mirándolo de manera muy extraña.
Trató una y otra vez, conversar con ella, pero siempre reaccionaba de igual manera. Cansado por esto, un buen día de otoño, se atrevió finalmente a enfrentarla.
– «¿Por qué siempre me evitas?», preguntó Diego, mirando fijamente con sus ojos cafés a Camila. Su voz sonaba muy seria, aunque en ésta se percibía cierto nerviosismo.
– «¡Lo siento, pero detesto, no, ODIO el puré de papa!», respondió Camila, diciéndolo como si fuese lo más lógico del mundo.
– «Pero… ¿qué tiene que ver eso conmigo?», Diego alzó ambas cejas. Realmente, no entendía nada.
– «Diego… ese nombre siempre me ha sonado a puré de papa». Contestó Camila, encogiendo los hombros. Y sin siquiera decir algo más, dio la media vuelta y se dirigió hacia donde estaba su mejor amiga, Francisca.
Diego quedó boquiabierto, literalmente hablando, y no pudo hacer más que desplomarse pesadamente en su silla.
Desde entonces, Diego no come más puré de papa, ni se sintió atraído por la bella, pero extraña, Camila.
Por: Luna Henríquez, 15 años.
Muere Evita