En el recreo, al jugar,
corremos sin parar,
respetando nuestro turno
de quien invita más.
Al llegar a la sala,
ponemos atención,
respetando a los compañeros
sin interrupción.
Si queremos opinar,
la mano hay que levantar
y el turno esperar.
Cuando discutimos y peleamos,
no nos respetamos
y nos enojamos.
Si quieres que te respeten,
respeta tú también,
porque la violencia es mala
y no nos conduce a nada.