Había una vez, una carrera de botes en la que participarían muchos niños.
En la carrera participaría un niño con un botecito de papel. Todos le decían que iba a perder, pues todos los otros niños ocuparían botes de materiales más firmes.
El niño no les hizo caso, pese a que sabía la desventaja que tenía y también que la carrera era muy larga.
El gran día se pusieron todos en sus lugares y empezó la carrera. El botecito del niño iba en último lugar, pero después de unos minutos, como era el más liviano, tomó una fuerte corriente que lo hizo ganar.
Los familiares del niño estaban orgullosos y muy felices. Pero después de la carrera ocurrió algo, el bote había seguido de largo con la corriente y nadie lo pudo atrapar.
El botecito tuvo muchas aventuras, como la que le ocurrió en la laguna de Cartagena, o cuando casi se lo come un tiburón, o incluso cuando falleció. Murió en un duro combate con una piraña, que lo mordió.
El botecito de papel ya estaba muy viejito y necesitaba descansar. Lo bueno es que murió con honor, pasó muchas aventuras, ganó la carrera haciendo feliz a mucha gente y lo más importante, fue feliz.
Por: Francisca Guzmán, 10 años.
Muere Evita