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Las primeras manifestaciones artísticas de los pueblos de los Andes centrales mostraron el rico mundo ritual y religioso de estas culturas, a través de una amplia variedad de imágenes o íconos plasmados en piedra, joyas, cerámica, metal o perpetuados en su producción textil. Luego, las técnicas se depuraron y se agregaron nuevos elementos místicos, aunque también se introdujeron aspectos de la vida cotidiana, política y administrativa en sus trabajos estéticos.

Estilo Chavín

La cultura Chavín formó un estilo propio en su arte, el cual se concentró en su centro ceremonial de Huántar. Sus principales motivos fueron los felinos, las aves rapaces y serpientes, cuyos atributos influyeron en las formas y arreglos de sus obras artísticas, aunque estos animales por sí mismos no constituían un culto determinado. A pesar de esto, en la mitología andina estos tres seres conservaron por siglos su papel como centinelas de las cosas del mundo.

Figura moche

Figura moche

El estilo Chavín está presente en sus trabajos en piedra, en sus grandes templos, estelas y obeliscos y en su cerámica que adquiere rasgos pétreos al no usar el color. En estas obras se pueden apreciar las simetrías, las líneas curvas y objetos como garras, el llamado «ojo excéntrico» y los colmillos entrecruzados.

Se pueden distinguir cuatro etapas en el arte de Chavín: ofrendas, floral, dragoniano y Qotopukio.

Fuera de las Huaca del Sol y de la Luna, la cultura Moche se caracterizó por retratar en sus trabajos artísticos la vida cotidiana. De esta manera, sus cerámica y tejidos reflejaron sus costumbres y tradiciones. Sus relieves mostraban figuras de hombres, animales y plantas con gran realismo y sus cabezas-retrato son consideradas las mejores de América. Las técnicas que usaron para sus trabajos abarcaron desde los zapallos pirograbados (decorados por el fuego), hasta el tatuaje, pasando por la pintura mural y corporal y el arte en plumas.

Fueron grandes orfebres transformando metales como el oro, la plata y el cobre en orejeras, brazaletes, pinzas y utensilios de diversas clases. Resaltó el tumi o cuchillo ceremonial, que solo era llevado por las autoridades.

Monumentos andinos

La cultura Nasca es famosa por haber dejado sus colosales geoglifos (dibujos grabados en la tierra), que solo se pueden ver completos desde el aire o de altas colinas circundantes. Sobre su significado se ha especulado mucho. Desde pistas de «aterrizaje» para naves extraterrestres, carreteras, hasta calendarios astronómicos. Sin embargo, de acuerdo con algunas investigaciones recientes, se cree que en realidad fueron paisajes rituales para provocar la obtención de agua. Estos mismos estudios han determinado que fueron trazados solo con estacas y cordeles.

En cerámica, los nascas se destacaron por sus vasijas policromadas en que se pueden apreciar hasta siete colores. Su forma clásica es la de botella asa-puente.

Las obras que dejó el pueblo Tiwanaku en piedra son consideradas inmejorables. Las rocas de los muros de sus edificios encajan perfectamente y poseen figuras empotradas y talladas, como las cabezas clavas del templo de Kalasasaya o de la Puerta del Sol. También son notables las imponentes estatuas labradas en columnas de piedra que muestran a personajes de pie en actitud inalterable.

En alfarería destacaron sus vasos kero, de base estrecha y boca grande, usados para brindis rituales, los cuales eran adornados en colores negro, blanco y naranjo sobre una base roja.

En resumen, la estética Tiwanaku era de carácter imperial, pensada como un elemento auxiliar para mantener vivo el poder de esta cultura.

A pesar de que explotaron exitosamente la cerámica, la cultura Wari se destacó mayormente por su producción textil. Esto se reflejó en sus tejidos coloridos, en las telas entretejidas con oro y plata y las dobles.

Amplitud de intereses

Una cultura que exploró diversas manifestaciones del arte fue la Chimú. Fueron expertos en el tallado en madera, en la ornamentación con plumas, la elaboración de esteras y en los trabajos en conchas y piedras semipreciosas.

Sin embargo, al incorporar artesanos de Sicán Lambayeque, perfeccionaron las técnicas de orfebrería, fabricando vasos y máscaras, entre otros objetos, de excelente calidad y gran belleza y que se usaban en las ceremonias en que participaban los nobles.

También destacaron en el trabajo textil, especialmente en los tapices, cuyos procedimientos de elaboración se expandieron por toda la costa norte y central de Perú.

Otras culturas precolombinas de los Andes centrales que se destacaron en el arte fueron la Chancay, Parakas y Vicús. El primer pueblo confeccionó cántaros ovales, de gollete angosto y cuello holgado, con imágenes de caras humanas, además de vasijas con formas de animales. Asimismo, fabricaron diferentes prendas de vestir, bolsas y máscaras funerarias con lana de llama, algodón y plumas. También trabajaron la madera y la plata, elaborando figurillas y diversos adornos.

Los parakas destacaron por sus textiles policromos y botellas asa-puente y la cultura Vicú, por su cerámica e, igualmente, por sus trabajos en telares, aunque crearon en metal numerosos artículos para el adorno personal, como cuentas de collar, narigueras, coronas, máscaras y tocados con lentejuelas y plumas que producían ruido al moverse con ellas.


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