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Los relojes marcaban en Chile las 9:32 de la mañana del miércoles 16 de julio de 1969. La cuenta regresiva había culminado y la gran hazaña del hombre, poner un pie en la superficie de la Luna, recién comenzaba.

El cohete Saturno 5 y sus tres tripulantes, Neil Armstrong, Michael Collins y Edwin Aldrin, dejaron la Tierra acompañados por un ensordecedor sonido y una gigantesca llama roja. Los cinco motores del vehículo espacial en conjunto alcanzaron una velocidad de 40 mil kilómetros por hora, impulso necesario para vencer la fuerza de gravedad.

El Saturno 5 impulsó la nave a 160 metros de altura, colocándola en la órbita del planeta, y desechando luego las tres etapas del cohete en la medida que cada una agotaba su combustible de oxígeno e hidrógeno líquidos. El lanzamiento del Saturno 5 no revistió ningún problema.

En Cabo Kennedy, ex Cabo Cañaveral, el mar de turistas se retiraba (se dice que fue más de un millón de automóviles que crearon uno de los tacos más grandes de la historia) y los medios de comunicación trabajaban frenéticamente tratando de relatar lo sucedido.

El día presentaba las condiciones climáticas características de la zona: caluroso, húmedo y algo nublado.

La nave entró en órbita a una altura de 185 kilómetros sobre la superficie terrestre cuando la cosmonave madre alcanzaba una velocidad de 27.300 kilómetros por hora.

La nave espacial permaneció volando en torno a la Tierra hasta las 12:16 hrs (Chile). La Apolo 11 hizo funcionar el cohete de la tercera etapa. En ese instante aumentó la velocidad, a casi al doble de la que llevaba, para iniciar el viaje de 400 mil kilómetros, aproximadamente a la Luna. El objetivo era salir de la gravedad terrestre.

Con impecable precisión los astronautas iban directo a la Luna. Cuando habían transcurrido 21 horas desde que dejaron la plataforma de despegue ya habían recorrido 170.000 km. La velocidad era de 7.100 kilómetros por hora.

Un día después del lanzamiento, con una tripulación mucha más relajada y bromista, la misión cruzó el punto medio del viaje. La velocidad promedio era casi de 5.800 kilómetros por hora. El motor principal de la Apolo 11 se encendió por espacio de tres segundos y se colocaron en una trayecto más preciso hacia la Luna.

El 19 de julio el Centro Espacial de Houston anunció que la misión Apolo entró en la fuerza gravitacional de la Luna, cobrando aún mayor velocidad. Los astronautas durmieron tranquilos, no presentando problemas de ningún tipo. Se encontraban a unos 15.000 mil kilómetros del objetivo.

El desayuno estuvo compuesto de tocino y puré de manzanas.

El 20 de julio, Edwin Aldrin pasó por la compuerta que comunica la cápsula del «Columbia» con el módulo de alunizaje «Águila«, iniciando las maniobras de control final para el descenso. La operación comenzó cuando se encontraban sobrevolando la parte no visible de la Luna. Luego Neil Armstrong pasó a reunirse con Aldrin. Mientras este último se ponía su traje espacial, el comandante de la misión hizo funcionar las baterias solares.


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