Vamos pastores, vamos,
vamos a Belén,
a ver en aquel niño
la gloria del Edén.
Ese precioso niño
yo me muero por el
sus ojitos me encantan ,
su boquita también.
El padre lo acaricia
la madre mira en el,
y los dos extasiados
contemplan aquel ser (bis)
Yo pobre pastorcillo,
al niño le diré,
no la buenaventura:
eso no puede ser;
Le diré me perdone
lo mucho que peque
y en la mansión eterna
un ladito me de (bis).