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Las principales especies de crustáceos comestibles chilenos viven en las zonas costeras litorales, intermareales rocosas o de arena, hasta las profundidades del océano. Además se destaca un crustáceo («krill antártico«) que puede transformarse en un elemento clave para la alimentación humana. Este vive en forma planctónica en torno al continente helado.

Un grupo llamativo e interesante favorecido por las mareas son los crustáceos, como la jaiba reina (Cancer plebejus), jaiba mora (Homalaspis plana), las jaibas tijeretas (Petrolisthes spp.), que viven entre las rocas; camarones (Heterocarpus reedi), gambas (Hymenopenaeus diomedeae), langostinos (Pleuroncodes monodon), pulga de arena o limanche (Emerita analoga), pulga saltarina (Orchestoidea tuberculata), y los abundantes picorocos que tapizan las rocas litorales, de los géneros Balanus y Jehlius.

Algunos crustáceos chilenos:

Camarón nailon
Centolla y Centollón
Jaibas
Langosta de Juan Fernández
Langostino colorado y Langostino amarillo
Picoroco

Camarón Nailon (Heterocarpus reedi)

Esta especie se distribuye entre las II y IX regiones. Habita entre los 200 y 600 mts de profundidad. La pesquería se desarrolla entre las regiones II y VIII. Este crustáceo demersal presenta dimorfismo sexual. Las hembras presentan tamaños mayores a los
machos.
En las hembras de la zona central la talla de primera madurez sexual es de 25 mm. El período de portación de huevos ocurre entre mayo y septiembre y la liberación larval se produce durante la primavera. La velocidad de crecimiento de machos y hembras es significativamente diferente.

Centolla y centollón

La centolla (Lithodes antarctica) y el centollón (Paralomis granulosa) son crustáceos de gran valor y muy apetecidos, propios de los mares australes, de desplazamiento muy lento y de tamaños que suelen sobrepasar los 60 centímetros de diámetro.

Por su excesiva explotación, muchos de los crustáceos comerciales han bajado sus niveles poblacionales y varios están en Peligro de Extinción, como es el caso de la centolla.

Las jaibas

Las jaibas son artrópodos, al igual que los insectos, las arañas y los ciempiés. Pertenecen a la clase crustácea que agrupa, además a muchos otros organismos muy variados en forma y comportamiento, como son las langostas, langostinos, centollas, camarones, picorocos, y otros grupos de pequeño tamaño, como los isópodos, anfípodos, copépodos y ostrácodos.

Las jaibas son carroñeras: se alimentan de animales muertos, cumpliendo la encomiable labor de ayudar a mantener limpios los fondos marinos.

Son animales muy apreciados por su carne, de excelente sabor y textura, y que tanto en Chile como en el mercado internacional alcanzan muy buenos precios.

Las jaibas tienen diez patas. Las primeras están transformadas en fuertes pinzas, que el animal utiliza para manipular su comida y para defenderse. Las otras están provistas, en general, de uñas, que les permiten desplazarse y asirse a las anfractuosidades del medio. Algunas jaibas incluso pueden nadar y para ello poseen aletas en las últimas patas.

Langosta de Juan Fernández

La Langosta de Juan Fernández ( Jasus frontalis ) es un crustáceo muy apetecido en los mercados nacionales e internacionales. Exclusivo del Archipiélago de Juan Fernández e Islas Desventuradas (Chile). Se pesca con trampas confeccionadas con varillas de «maqui» por los isleños. Llega a vivir hasta 25 años con tallas que superan el metro de longitud.

Langostino colorado y Langostino amarillo

El langostino zanahoria o langostino colorado (Pleuroncodes monodon) es uno de los dos langostinos importantes en las pesquerías chilenas de crustáceos. Es un langostino bentónico (de fondo). Su método de pesca es con redes de arrastre de fondo a unos 200-400 metros de profundidad.

Los principales desembarques ocurren en el Norte y Centro de Chile. Esta especie es muy importante en las exportaciones de marsicos chilenos.

El langostino amarillo (Cervimunida johni) también es un crustáceo bentónico y se pesca de la misma forma que al «langostino colorado», a profundidades similares.

Ambos longostinos son parecidos externamente; sin embargo, un par de características resaltantes permiten diferenciarlos con facilidad.

El rostro (prolongación anterior del caparazón) es fuertemente armado de espinas en el langostino amarillo, mientras que en el langostino colorado sólo se distinguen pequeñas serraciones. En el langostino amarillo las antenas son de color blanco y en el colorado son rojizas.

 

Picoroco (Megabalanus psittacus)

Otro apetecido crustáceo, el picoroco (Megabalanus psittacus), muy diferente en forma a los demás, que vive adherido a las rocas y no puede desplazarse.

En la zona litoral, en playas rocosas o de bolones, existe un gran número de especies de invertebrados y algas que la convierten en una zona de gran productividad biológica. En los sectores rocosos donde abundan las grandes algas se encuentran unos crustáceos sésiles muy modificados, que se denominan científicamente como Cirripedios, pero que se conocen como picorocos.

Estos invertebrados son de vida libre en sus estados larvales, y luego permanecen adheridos a las rocas durante todo el resto de su vida, alimentándose del plancton y del material orgánico que arrastra el mar.

Existen numerosas especies, de distintos tamaños. El mayor es el picoroco comestible, denominado científicamente Megabalanus psittacus. Hay otros muy pequeños y muy abundantes a lo largo de todo el litoral chileno, como es el caso de Balanus laevis, Balanus floscolus y Jehlius cirratus, que suelen tapizar las rocas, dificultando la marcha cuando se camina a «pata pelada«. Estos pequeños cirripedios son el alimento preferido del loco (Concholepas concholepas).


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