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En 1929 Pablo Neruda asistió al Congreso Panhindú, en Calcuta, donde conoció a Gandhi. Posteriormente, en 1930, fue nombrado cónsul en Colombo, Ceilán. En esa época contrajo matrimonio con María Antonieta Hagenaar, con quien tuvo una hija, Malva Marina, que nació en 1934 en Madrid y que desde pequeña fue muy enfermiza.

Pablo Neruda conoció a María Antonieta en Java (Batavia) era hija de holandeses, residía allí con su familia. Sin duda, en aquel tiempo, su joven novia le resultó buena compañía para conocer mejor la feraz isla.

«Había conocido una criolla, vale decir holandesa con unas gotas de sangre malaya, que me gustaba mucho. Era una mujer alta y suave, extraña totalmente al mundo de las artes y las letras«, dice Neruda en Confieso que he Vivido.

El nombre María en holandés se dice Maryka y Neruda lo encontraba muy feo, por eso no tarda en transformarlo en uno muy chileno y, por cierto, con diminutivo. Es así como en la foto de recuerdo de la boda, se puede leer Maruca de Reyes. Se casaron el 6 de diciembre de 1930, en Batavia.

Pablo Neruda en su cargo de cónsul es trasladado a Singapur en 1931 y Maruca viaja donde él

Pero la estancia de la señora Reyes fue breve, pues la crisis mundial obliga al gobierno chileno a suprimir ese cargo. Maruca llega a Chile en 1932, acompañando a su marido de regreso a su lejano país natal.

María Antonieta llega a Temuco donde sufre la fría recepción de la familia de su marido. No necesita mucho dominio del idioma ni demasiada sagacidad para notar entre esa gente el poco entusiasmo por la llegada de un joven sin oficio, sin recursos ni ahorros, sin expectativas económicas, poeta más encima, pero acompañado de una mujer sana, fuerte, de buen apetito, y, por si fuera poco, una extranjera que ni siquiera domina el castellano.

La pareja pronto parte a Santiago. Neruda se reincorpora enseguida a su ambiente que no ha variado mucho desde su partida a hacerse cargo del consulado. Se sabe que María Antonieta Hagenaar tampoco fue bien acogida por los amigos. Pero con una excepción: María Luisa Bombal, ve en Maruca a una «mujer alta y silenciosa, poco aficionada a las noches de bohemia«.

Maruca y Pablo parten a Buenos Aires en agosto de 1933. Al mes siguiente, se les reúne María Luisa Bombal, con quien a esas alturas eran muy buenos amigos.

Volviendo al hogar nerudiano, Pablo y Maruca se empeñaron en disimular las discrepancias y éstas no se traslucían en el ámbito diplomático.

Los Neruda no permanecieron en Buenos Aires y partieron a España en 1934. Ansiedad, temor y alegría ante el nacimiento de su próxima hija, le darán a Maruca ánimos para enfrentar un nuevo arribo a otro mundo extraño. Y llegaron a Madrid donde su marido sucederá a Gabriela Mistral en el consulado.

Maruca tuvo una hija y le gustó el nombre elegido por el padre: Malva Marina.

Pero una lamentabla noticia arruinó la felicidad de la pereja. El médico les explica que la criatura tiene un defecto congénito y que no tiene remedio. Se agudizan todas las desavenencias, son inevitables los rencores, las sospechas, las suposiciones estériles y corrosivas.

En «Maternidad» se percibe no sólo que para él no hay consuelo, sino también una reconvención amarga:

¿Por qué te precipitas a la maternidad y verificas
tu ácido oscuro con gramos a menudo fatales?(…)
Oh madre oscura, hiéreme con diez cuchillos en el corazón
hacia ese lado, hacia ese tiempo claro,
hacia esa primavera sin cenizas.

En otro poema Neruda expresa su paternidad herida:

Estoy cansado de una gota
estoy herido en solamente un pétalo,
y por un agujero de alfiler sube un río de sangre
sin consuelo,
y me ahogo en las aguas del rocío que se pudre
en la sombra,
y por una sonrisa que no crece,
por una boca dulce,
por unos dedos que el rosal quisiera
escribo este poema que sólo es un lamento,
solamente un lamento.

A partir de este momento, la pareja se aleja más y más hasta que Neruda encuentra refugio a su dolor, en los brazos de Delia del Carril, una belleza Argentina que le abre las puerta del mundo artístico europeo y argentino, donde forman parte de la Alianza de Intelectuales de España en los tiempos de la República, con otros intelectuales como Rafael Alberti, García Lorca y Vicente Aleixandre.

Fuente: «Cuadernos», Fundación Pablo Neruda, Año VIII, Número 31, 1997, pp. 53-61.


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