Hace 150 millones de años, durante la era Mesozoica, existió una de las criaturas más famosas conocidas actualmente: el Archaeopteryx. Su popularidad se debe a que se le considera el mejor ejemplo del eslabón perdido entre los reptiles y las aves, aunque esto está en permanente debate. De los primeros tenía dientes, garras en las patas y una prolongada cola con huesos. De las aves, las plumas, alas y las clavículas soldadas.
Su tamaño, para ser un terópodo, era bastante pequeño, de solo un poco más de 60 cm de largo, por no más de 40 cm de alto.
En todo caso, si este animal podía volar, la comparación de su esqueleto y el de las aves modernas demuestra que solo se desplazaba por el aire unos cortos trechos. Asimismo, le faltaban los poderosos músculos pectorales, que le permiten a los pájaros levantar el vuelo.
Los científicos deducen que la mayor parte del tiempo estaba posado sobre las ramas de los árboles, con sus fuertes garras, manteniendo el equilibrio con la cola y las alas, y que desde ahí realizaba vuelos breves a otras ramas o a árboles próximos, la mayoría coníferas, que se desarrollaron en las zonas de la actual Alemania, en las que moraba.
También se ha estimado que podía nadar y pescar en ríos y lagos. Al parecer, las principales víctimas de estas incursiones en busca de alimento eran peces, moluscos, gusanos e insectos.
Sorpresa de Yerbas Buenas